La Cuaresma está llegando a su fin.
No olvides a Aleteia en tu ofrenda cuaresmal
para que brille la esperanza cristiana.
¡Apoya a Aleteia!
Ya hace cuatro años. El tiempo pasa rápido. Recuerdo bastante bien, no sólo el anuncio de que la Iglesia ya tenía nuevo Papa. Recuerdo mucho más allá. Recuerdo estar trabajando, en el ordenador como siempre, y toparme con la última hora que informaba sobre la renuncia del Papa Benedicto XVI a seguir en la cátedra de Pedro. La sensación y la convicción de estar viviendo algo único, histórico, importantísimo para la Iglesia y el mundo, no me abandonó durante todo ese tiempo.
Recuerdo el grito que pegué cuando el humo blanco empezó a salir de la chimenea vaticana. Tenía el ordenador conectado a la cámara fija que apuntaba a ese punto en el que todas las miradas estaban fijas, ansiosas. Todos al sofá. Los cinco. A esperar el “Habemus Papam”. Y cuando luego anunciaron a Bergoglio, una gran alegría. Yo sí le conocía y sabía que era jesuita y su nombre… qué sugerente, Francisco, qué manera de comenzar… Y ponernos a todos a rezar y… no sé… un momento precioso en familia.
He vivido estos cuatro años viendo muchos vídeos de Francisco, leyendo muchos de sus documentos, de sus mensajes, viendo algunas de sus homilías y hablando sobre él en las innumerables polémicas en las que tantas veces se ha visto involucrado. No han sido cuatro años sencillos porque el mundo en el que vivimos no es sencillo. La Iglesia que nos ha tocado vivir, tampoco. Estamos en un momento de cambio, de crisis entendida como punto de inflexión. Difícil estar dentro siendo consciente de lo que se construye. Cuando tengamos perspectiva y miremos atrás, podremos ver con mayor claridad el camino recorrido, camino en el que habrá luces y sombras, personales, papales, eclesiales, humanas…
Francisco es el sucesor de Pedro y es mi pastor, el puente que me acerca a la realidad querida por Jesucristo. Un puente y un pastor para hoy. Un Papa argentino, aspecto que marca con claridad muchas de sus acciones, de sus palabras, de los focos y subrayados evangélicos que proclama. ¡Qué gusto da oír al Papa hablar español! ¡Qué gusto podernos entender en nuestra lengua materna!
Me duele ver cuánto malo se escribe o se dice sobre él. No entro en valoraciones, ni en juicios, ni en polémicas. Cada uno sabrá en su conciencia lo que está diciendo o haciendo. Yo intento, lo intento, ser humilde y ayudar a la Iglesia, con mi granito de arena, a que también lo sea. Sólo desde esa humildad seremos capaces de seguir acompañado a Jesús camino de Jerusalén, alejados ya de primaveras galileas, de muchedumbres y de ensoñaciones mesiánicas.
Un abrazo fraterno – @scasanovam