Me daría pena que en medio de esta semana tan rara, de puentes, festivos y días laborables a medio gas, la entrevista que hoy he leído a Mónica López Barahona pasara desapercibida. La he leído esta mañana y rápidamente he pensado en lo necesario que es poner verdad en este asunto.
Los vientres de alquiler se han popularizado bastante en los últimos años, desde que varios famosos han recurrido a ellos para hacer realidad su deseo de ser padres. Sin embargo, hay mucha letra pequeña en todo ello; una realidad que además va creciendo poco a poco al amparo del vacío legal que existe en nuestro país.

Entre los datos que conviene saber y que Mónica López Barahona lleva explicando varios meses desde la Fundación Jerome Lejeune están las condiciones que recogen los contratos para este tipo de embarazos. ¿Sabías que son seis las personas que en caso de conflicto podrían reclamar la paternidad? A saber: la madre genética o biológica (donante de óvulos), la madre gestante (el vientre de alquiler), la mujer que ha encargado el bebé, el padre biológico (el donante de esperma), la pareja de la madre gestante (que tiene la presunción de paternidad), y la pareja de la mujer que ha encargado el bebé.
Pero ésta es si se quiere la parte más anecdótica. En el origen de muchas de estas historias está el hecho de que se transfiere más de un embrión. Si son fecundados varios, la parte contratante puede exigir que se practique una reducción embrionaria o aborto selectivo para que solo nazca uno. La mujer contratada tiene todas las de perder porque por su posición económica no recibe asesoría jurídica. También son muy numerosos los casos de progenitores que, amparándose en el supuesto derecho que les otorga el haber realizado una transacción económica, rechazan la paternidad del bebé nacido cuando padece una discapacidad física o intelectual. Además, respecto al niño está la cuestión de que pueda conocer su origen biológico, que se vulnera en casi todos los casos.
Desde luego no es oro todo lo que reluce. Y en el caso de nuestro país, el vacío legal no hace sino alimentar todas las injusticias en las que se nos ocurra pensar.
«La maternidad no es un derecho a toda costa», denuncia esta científica española, quien insiste en que estamos ante un caso de explotación del cuerpo de una mujer, que en un 10% sufre secuelas psicológicas después del parto.
Gracias Mónica por tu valentía, poner las cartas sobre la mesa sobre un tema que esconde miserias aunque se venda hablando de deseos. La maternidad no es un derecho a toda costa. @amparolatre