Hay frases que son auténticas pistas, de que todo va bien o de todo lo contrario. Pero en la vida no todo es blanco o negro y en ocasiones simplemente indican una necesidad de algo que no habías apreciado. Y eso es lo que me ha sucedido hoy.
Mi mañana ha sido un poco atípica porque Irene y yo teníamos varias revisiones médicas. Así que yo no he podido ir a trabajar e Irene se ha saltado varias clases para ir al traumatólgo.
La he ido a buscar al colegio a media mañana, hemos esperado un buen rato en el hospital y después de que la viera el médico, otra sentada para pedir la siguiente cita. Para endulzar tanta espera nos hemos sacado un chocolate de la máquina. El “no hacer nada” me ha activado la vena graciosa y he comenzado a decir tonterías como que tenía ganas de gritar o que si no nos llamaban fingiría un desmayo. Irene, que está más acostumbrada a verme en mi versión “sargento general” se reía y cuando la he llevado de nuevo al cole me ha dicho: “me lo he pasado genial, mamá”.

“Ostras”, he pensado. Llevamos dos horas sentadas en distintas salas de un hospital, escuchando llorar a bebés y viendo niños con mascarilla (escenas que a mí siempre me dejan con el estómago del revés). Yo habría definido la mañana como “anodina”, “gris”; sin embargo Irene se lo ha pasado genial. No cabe duda de que miramos la vida de forma distinta.
Por supuesto, no iba a quedarme con la duda y le he preguntado que por qué se lo había pasado tan bien. Ella sí que no ha dudado: “te he tenido un montón de rato para mí sola, hemos hablado, me has cogido… ha estado guay”.
Pues tomo nota, Irene. Como siempre, das en el clavo. No voy a sentirme culpable, porque echo el resto cada día con vosotros, pero qué duda cabe que tengo que encontrar la manera, de ofrecerte más tiempo en exclusiva. Las familias numerosas tienen muchas ventajas, pero también la dificultad de encontrar estos momentos, tan necesarios. @amparolatre