La Cuaresma está llegando a su fin.
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Cuando a las 8 de la mañana ya has perdido los papeles, el día solo puede ir a mejor.
Cuando antes de llegar a la puerta del colegio de los niños ya has dado un par de voces, llegar al trabajo es de lo más relajante.
La ventaja de empezar “a lo grande” es que la jornada suele acabar suave. Es una pena, pero esta es mi experiencia. Será porque se dan cuenta de que no lo han hecho bien, será porque no quieren más discusiones, por agotamiento o porque también los adultos estamos de otro modo. Pero la realidad es que cuando “hay caña” por la mañana, por la noche la hora crítica se convierte en pan comido.
No me siento orgullosa de cómo ha empezado el día. Pero en estos casos me gusta desdramatizar, porque mi reacción me parece de lo más humana.
Al que le apetezca juzgar, que se calce antes mis zapatos. Esta frase se está convirtiendo en una de mis favoritas últimamente.
Lo que más siento es que mi benjamina tenga que comerse con patatas todas las discusiones que tenemos con sus hermanos mayores. Todo con una paciencia infinita, cara de pócker y agarrándome fuerte la mano. La pobre hoy no quería entrar en clase.
En fin, es lo que le toca a ella y a todos. Una familia imperfecta. Y a Dios gracias.
La mía también lo era. Mis padres a veces también gritaban, alguna vez también se les fue la mano y en alguna ocasión también me dijeron cosas que me dolieron. Pero no tengo ningún trauma. Me siento muy afortunada de haber crecido en una familia con unos padres que se han ocupado y preocupado por mí, con mucha capacidad de sacrificio y priorizando siempre, por encima de cualquier otro asunto, todo lo que tenía que ver con nuestra educación. Esto es lo representativo de lo que vivíamos cada día, no las miserias que afloraran en momentos concretos. Espero que mis hijos sepan discriminar también la norma de la excepción.
Por eso esta tarde pediré perdón por lo que crea que debo disculparme e intentaré transmitir a Sara la tranquilidad y buen humor que no he podido regalarle esta mañana. Las charlas con los mayores, mejor para otro día, hoy optaré por un “silencio valorativo”. Y no queda otra que seguir caminando, aprendiendo de los errores. Espero que mañana comencemos la jornada con otro espíritu. @amparolatre