La Cuaresma está llegando a su fin.
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Hoy me ha dado por pensar cómo me sentiría si la mitad de las veces que les digo que no a mis hijos les dijera que sí.
Creo que estaría mentalmente menos cansada.
Y es que, qué pesado es ir siempre a la contra cada vez que piden para merendar algo que no es lo que deben comer, cuando quieren «empantallarse» ya de buena mañana un día de fiesta o cuando piden saltarse una norma porque es lo que hace todo el mundo.
A ratos tengo la tentación de decir que sí, de ser guay y simpática 100%. Pero nada, mi sentido del deber tiene que estropearlo un día y otro para terminar convirtiéndome una vez más en una madrastrona machacona. Qué le vamos a hacer.
Menos mal que justo el día que a mí cabeza le ha dado por jugarme esta mala pasada intentando que me sienta fatal ha caído en mis manos un artículo que resume en cinco las situaciones en las que no debería temblarnos la voz a la hora de decir»no». A saber:
- Cuando tu hijo te pida ayuda, pero realmente puede hacerlo por sí mismo.
- Cuando te pida un regalo fuera de fecha.
- Cuando lo que quiere es contrario a lo que necesita.
- Cuando te parezca demasiado pronto.
- Cuando simplemente creas que “no” es mejor para él o ella que “si”.
Cada vez soy menos amiga de recetas en cuestiones educativas, pero en ocasiones pueden ser una ayuda. En días como hoy en los que me gustaría dejar «el deber ser» a un lado para mostrar una versión más amable de mí misma, estos listados sirven además para recordarme qué es lo mejor -aunque no sea lo más fácil-, intentando que nada de ello me quite ni la paz ni la sonrisa, y teniendo claro que los «noes» son un gran bien, aunque sean un fastidio. @amparolatre