Siempre hay una primera vez. También para quedarse dormido. Jamás me había pasado hasta hoy.
Cuando me he dado cuenta me ha entrado un agobio mayúsculo. Ahora bien, en el momento en el que he despertado a todo el mundo y he dado instrucciones he recuperado la calma.
– “¡Nos hemos dormido! Hoy ni nos duchamos, ni desayunamos en casa”.
– “Haré bocatas gigantes para almorzar!”
– “¡Vamos…hay que ir como una bala!”
A partir de ahí todo ha salido rodado. Nos hemos puesto las pilas de tal modo que hemos llegado al colegio antes que otros días. Increíble.
Mi adolescente favorito que a primera hora del día podría comerse un elefante me ha advertido:
– “Tendré que compensar en la merienda que no he desayunado. Así que a las 5 vente preparada”.
Y con “mis chicas”, he convertido el apuro en una fiesta improvisando un desayuno en una cafetería del metro. Nunca pensé que un batido de chocolate y un donuts podría hecerles tanta gracia.
Está claro que un cambio en la rutina puede ser divertido. Si hay dosis extra de azúcar mucho más.
Después del acelere matutino, la verdad verdadera es que esa hora de más que he dormido hoy, me ha venido de lujo. No hay mal que por bien no venga, que decía mi abuela. @amparolatre