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Por alusiones

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Amparo Latre Gorbe - publicado el 02/03/16

Una de cada cuatro mujeres nacidas en 1975 no será madre pese a desearlo. Éste es quizás el titular más potente que se podría sacar del trabajo realizado por el Centro de Estudios Demográficos de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).

Por alusiones, no he podido evitar ponerme a darle a la tecla, porque pertenezco a esa generación, la del 75. Soy de las mujeres que atraviesan en este momento la cuarentena; según mi hijo mayor “siempre estoy estupenda” y según mi mediana “estoy flaca, se me notan arrugas nuevas y aunque no soy muy moderna vistiendo, soy la mejor madre que podría encontrar”. Y esto es lo que hay. Así me ven. Y me encanta.

Pero más allá de los golpes de espontaneidad con los que los niños nos sacuden a diario, hoy quiero hablar de estos datos, que me parecen tremendos. Hoy, más que otros días, me siento afortunada:
– De no pertenecer a ese amplio porcentaje de mujeres que aún deseándolo y sin tener ningún impedimento biológico, no podrá ser madre.
– De haber tenido clara cuál era mi vocación en la vida.
– De haberme enamorado de una persona con la que comparto unas creencias y un modo de entender la vida.
– De haber tenido unos padres que me han transmitido lo importante que es la familia y una madre a la que le he escuchado decir mil veces que ser madre es lo mejor y lo más bonito que le ha sucedido jamás.
– De haber entendido gracias a su testimonio, que en la vida hay que elegir, porque cuando no eres tú quien escoge, son las circunstancias las que lo hacen por ti. No es verdad que todo sea posible. Que nadie se lo crea, por favor. La verdad verdadera, lo que sucede realmente, es que es imposible llegar a todo. Por lo tanto, es crucial aprender a establecer prioridades, para saber en cada momento con qué nos quedamos y qué dejamos fuera, o aplazamos para otro momento.
– De enfrentarme al matrimonio o la maternidad, en clave de opción enriquecedora libremente escogida, no en clave de renuncia o sacrificio.
– De vivir mi vocación profesional con responsabilidad pero con serenidad. Intentando ser realista y midiendo fuerzas en cada momento.
– De haber tenido ofertas profesionales con cierto margen de flexibilidad.

– De haber sido valiente para decir “no” a las que no eran compatibles con la presencia que yo quería tener en casa.

madre
Y volviendo al estudio. La investigación revela que hay dos motivos principales por los que la mayoría de estas mujeres del 75 que no serán madres pese a desearlo:
– Han decidido posponer la maternidad porque no reúnen las condiciones familiares o materiales óptimas.
– Cuando quieren ser madres ya no pueden porque el reloj biológico tiene el ritmo que tiene.
Me da pena leer que la consecución de una carrera profesional cada vez más competitiva está, en parte, detrás de este insoportable retraso en la maternidad.
No sería realista decir que la maternidad no va acompañada de un cambio de ritmo, de un parón si se quiere entender así. Pero esto es solo una cara de la moneda. 
Mi experiencia es que la maternidad, también ayuda a desarrollar habilidades muy valoradas en el ámbito laboral.
Si estás leyendo este post, eres de las que no quiere renunciar a una profesión, pero no ves la luz en medio de tanto interrogante, me gustaría decirte que las oportunidades profesionales llegan, a lo mejor más tarde, o no como habíamos imaginado, pero llegan. No podemos decir lo mismo de la maternidad.
Otra de las claves sería dejar de plantear esta cuestión con los mismos criterios que nos ayudan a tomar otras decisiones. Tener hijos, por ejemplo, no es práctico ( es lo menos práctico en lo que se me ocurre pensar); tampoco te da más intimidad, poder adquisitivo o “status”. Pero como hoy le he leído a un amigo, cuando alguno de mis hijos me pregunte que por qué decidimos mi marido y yo tener hijos no recurriré a una lista de razones interminables. Les diré, simplemente, que por amor.
Hace años, mi hijo mayor necesitaba saber donde estaba él antes de en la tripa de mamá. Como decimos en casa, “entró en bucle” y pasó unos días bloqueado con este tema, hasta que a su padre se le ocurrió decir que antes de en la tripa de mamá estuvo en el corazón de los dos.
Qué afortunada me siento de no ser parte de ese porcentaje. Sin duda, me habría perdido lo mejor de la vida.

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