La Cuaresma está llegando a su fin.
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Deseos, sueños, regalos… A «mi mediana» no le ha gustado que el sacerdote hiciera una crítica a los principales mensajes que estos días nos encontramos por todas partes.
La reflexión no le ha parecido sugerente en un primer momento, porque a sus once años le gusta soñar a lo grande, tener una lista de deseos por cumplir y emocionarse abriendo paquetes la mañana de Navidad y Reyes.
– «¿Qué hay de malo en eso, mamá?»
La pregunta me ha puesto en bandeja una conversación interesante.
Nada en contra de las luces, ni de los regalos, ni de las reuniones familiares. Pero en medio de todo ello podemos despistarnos. Es tan fácil no saber identificar dónde está la verdadera Luz…
Qué importante es que, en estas fechas, las familias sepamos hacer ver a los hijos que lo nuclear no son las reuniones, ni la alegría porque sí. Que lo que celebramos es el nacimiento del hijo de Dios. Y que prepararnos para recibirle es lo que nos hace mejores.
No podemos confundir lo esencial con lo accesorio porque terminamos todos despistados.
Vivir intensamente las celebraciones de estos días, adorar al Niño cantando villancicos o preparar una bonita bendición de la mesa son algunas de las cosas que podemos hacer para no perder de vista que Él es el verdadero regalo.
La Navidad es un momento precioso en el que podemos cargar las pilas de verdad si no perdemos de vista lo esencial. ¡Feliz Navidad a todos! @amparolatre