Estoy tan contenta…. Tan contenta con mi reacción ante la última situación crítica en casa…
Porque, decidme ¿qué son tres cabezas llenas de liendres y piojos en comparación con la inmensidad del océano? ¿eh? Decidme.
Un nimiedad, sin duda. En estos casos, hay que tirar de ironía y de sentido del humor para disfrutar del momento, que también es posible, aunque parezca mentira.
Lo primero en que pensé cuando descubrí la que se me venía encima fue en cualquier familia muy numerosa. Familias de 6, 7,10 u 11 hijos. En esos casos sí debe ser tremendo llegar a casa y darte cuente de que hay festival en cada una de las cabezas de la casa.
De repente sentí que no tenía derecho a quejarme o agobiarme.
Pero es que además, la crisis podía haber sucedido una de esas tardes en las que las extra escolares nos hacen ir de aquí para allá. Pero no, sucedió precisamente una de esas tardes que se prevén más o menos tranquilas y en las que una sueña con sentarse a tomarse una cervecita en la cocina a media tarde.
Pero los sueños, sueños son.
Afortunadamente tenía toda la tarde por delante. Así que embadurné a los tres con suavizante para que fuera más fácil pasar la liendrera y cuando quise darme cuenta ya era la hora de cenar.
Del sueño y la cerveza, nada de nada. Eso sí, cuando me senté en la mesa abrí una botella de vino. Me lo había ganado. Mis hijos se rieron y Sara me dijo que soy una «cazadora experta» de piojos. Y tanto que sí. Afortunadamente esta semana, después de haber estado muy acompañados, volvemos a ser una familia de cinco. A Dios gracias. @amparolatre