Mi benjamina abre los ojos como platos cada vez que en la radio suena alguna canción en la que aparecen “palabrotas”.
Abre esos ojazos que tiene y se muerde los labios. Tiene una cara tan linda… Y acto seguido sus hermanos dicen : “¡qué mona!”
En casa nos gusta hablar bien, pero de vez en cuando -a mí la primera- se nos escapa alguna palabra subidita de tono. Pero eso es una cosa -digo yo que pensará Sara- y otra bien distinta, oírlo por la radio. Eso a “mi benjamina” le sorprende de una manera especial. Supongo que le choca que haya impunidad para decir “aquello que no está bien” abiertamente, en un medio que puede escuchar todo el mundo.
Algo parecido le sucede con las revista del corazón. En casa no suele haber, pero la última vez que fuimos a la peluquería había varias con la Princesa Leonor y la Infanta Sofía en la portada y mientras esperábamos me hizo una entrevista en profundidad sobre realeza y demás detalles del día a día de Sus Majestades. Cuando por fin terminó la batería de preguntas, justo cuando yo pensaba que lo más complicado había terminado, de repente se detuvo en una página en la que un famoso torero besaba a su mujer. Un beso casto, dicho sea de paso, nada del otro jueves.
“¿Cómo puede ser que pongan estas fotos aquí, mamá?”
Las peluqueras quieren mucho a Sara, pero después de esta escena creo que un poco más. Qué panzada a reír.
Mi benjamina defiende a capa y espada su intimidad. Y yo, aunque intento que comparta lo que rumia cuando hay algo que le agobia, también le insisto en que nadie puede obligarle a contar aquello que no desee compartir.
En casa manejamos “la intimidad” de manera diferente. Mientras unos prefieren dejar para el ámbito de lo íntimo gran cantidad de información, otros se sienten más cómodos haciendo partícipes a los demás de muchas de las cosas que les suceden. Mi benjamina es de las que cuenta aquello que ha sucedido pero le cuesta entrar en el plano de cómo se siente ante lo que acontece. Solo se siente cómoda para hacerlo si se da el clima adecuado y preferiblemente si es una servidora la que escucha. Quizás por eso, que se aireen determinadas muestras de afecto o expresiones que no son del todo correctas, no encaja en su esquema. Es así de simple.
A mí me resulta un tanto excesivo. Pero ella es así. Esta es su mirada de las cosas y ser consciente de ello me ayuda a entenderla mejor. Seguiremos observando. @amparolatre