Hoy va por ellos. Por los maestros.
Vengo de familia de docentes y durante años he visto el compromiso de mis padres y mis tíos por los alumnos y sus familias más allá de horarios y de días festivos.
En esta etapa de mi vida compruebo a diario la huella que los maestros dejan no solo en mis hijos, también en mí, que duermo más tranquila cuando siento que los tutores son aliados y puedo contarles no solo si alguno tiene un bloqueo en matemáticas o lengua, sino también la razón por la que un niño se pone serio de repente o el motivo de los últimos gritos en medio de la noche.
El último fin de semana “mi adolescente favorito” ha estado horas sentado sacando adelante una lámina de dibujo que tenía que entregar esta mañana. Me sorprendió verle tan aplicado, la verdad, con una asignatura que no es de sus favoritas. De repente me enseñó la nota que a modo de corrección la profesora le había dejado en otra lámina.
-“Cómo se lo curra, mamá. Mira qué me ha puesto”.
No transcribiré la nota, pero sí os digo que era una mezcla de tres comentarios que un adolescente no suele aceptar fácilmente:”esto no está bien”, “no lo has entendido” y “debes volver a hacerlo”. Eso sí, dicho con una dosis extra de delicadeza y ración doble de ánimo. Y qué queréis que os diga. Me quito el sombrero.
Con los chicos hay cosas que funcionan y otras que no. Ellos lo notan y desde casa no podemos dejar de agradecer el arte y el buen hacer de un profesor vocacionado, porque vemos los resultados.
Me acuerdo a menudo del “lo conseguiremos”, que me dijo hace años la tutora de mi hijo mayor. O del “cuando te ocupes, no te preocupes” con la que otra me tranquilizaba en una tutoría. Frases para dar y tomar, miradas y abrazos cómplices. Encuentros y también desencuentros, porque no todas las relaciones son igual y cuando lo que está en juego es lo que más quieres, no valen las medias tintas. Pero me quedo con los buenos maestros, con los que tenemos sintonía, con los que se la juegan por sus alumnos, con los que han sabido llegar a lo más profundo y por tanto nos han ayudado a crecer.
Todavía nos queda mucho camino por delante y me da en la nariz que alguno de mis hijos podría ser muy feliz rodeado de chiquillos en un colegio. El tiempo dirá.
Coincidiendo con la onomástica de San José de Calasanz, sacerdote pedagogo y uno de los pioneros en la educación moderna, hoy se celebra el Día del Maestro. ¡Felicidades a todos los maestros! Gracias por dedicaros a tan noble profesión. @amparolatre