Metidos en rutina, han pasado ya suficientes días como para poder aventurarnos a afirmar sin temor a equivocarnos qué regalos han triunfado y cuáles no tanto. Me atrevería incluso a mojarme y hablar de en qué caso hablamos de juguetes de vida larga y en qué caso tienen los días contados.
Entro en detalle.
Apuesto a que en nuestro caso el juguete que vivirá más tiempo será el muñeco de Irene. Nuestra mediana es una niña a la que le encanta inventarse historias y desarrollarlas en su habitación con sus muñecas. Un clásico, vamos. De un tiempo a esta parte su creatividad estaba limitada por el hecho de que todas las muñecas eran chicas y claro, ella necesitaba chicos también para que la puesta en escena fuera más real. Cuando leí la carta de los Reyes Magos y vi que quería un muñeco pensé, “qué poco original”, pero al escuchar su explicación pensé, “más lógico, imposible”.
El maletín de doctora y la muñeca de la pequeñaja de la casa también nos darán minutos de gloria.
Los juegos de Lego, en nuestro caso son un arma de doble filo. Ángel mantiene con ellos una relación de amor apasionado mientras se pelea con las instrucciones para montar los cachivaches en cuestión (y parece que no hay niño). Creo que es un tipo de juguete que le beneficia bastante mientras dura este proceso, pero en el momento que hemos llegado al final del montaje, se acabó. Final de la historia. No sé si a alguien más le sucede lo mismo con este tipo de juguetes.
Este año Papa Noel ha sorprendido con un juego minúsculo que nadie había pedido y que ha sido un éxito. Conecta a la perfección con el carácter de los cinco miembros de la familia, podemos jugar juntos (Sara incluida) y nos lo podemos llevar a cualquier sitio fácilmente. Se trata de los “Story Cubes”, un juego desenfadado de trasfondo fantástico y tono humorístico para inventar historias a partir de las imágenes que aparecen en los dados.
Para jugar, sólo necesitas un de las cajas de Story Cubes (hay de distintos tipos y admiten diferentes tipos de juego), algo de capacidad de improvisación, y varias personas dispuestas a pasar un buen rato. El juego es simple de aprender, fácil de jugar y ha conseguido que después de cenar, mis hijos pidan jugar una partida los cinco juntos en lugar de querer sentarse a ver la tele. Buen termometro éste eh? Algo parecido nos sucedió con el famoso “UNO”. En casa hace tiempo que no jugamos, pero tenemos la baraja hecha polvo de la cantidad de partidas que hemos echado. Ambos son juegos con normas sencillas, con los que a la menor surge una risotada, con la que liberar las tensiones del día.
Lo dicen los expertos y yo lo compruebo cada año. Los juguetes más versátiles y que ofrecen más posibilidades a los niños de desarrollar su creatividad, junto con aquellos que permiten la diversión en familia, son siempre los que tienen más éxito. @amparolatre