Sara es la gran heredera de la familia y lejos de la imagen de «pobrecitos» que se da a menudo de los hermanos pequeños, a ella le encanta llevar prendas o utilizar juguetes que han pertenecido a otras personas que conoce.
Hace unas semanas una amiga nos dio un par de bolsas de ropa preciosa y prácticamente nueva.
-«Nos ha dado hasta zapatos mamá. Hay que darle unas gracias especiales».
Solo una «gran heredera» sabe que, efectivamente, una bolsa con zapatos, tiene un valor añadido.
Esta semana, con la llegada del frío hemos comprado zapatillas calentitas para casa, para todos excepto Sara. En el trastero tenía unas especiales reservadas para ella, que a su hermana mayor se le quedaron pequeñas casi recién compradas.
En los últimos días me ha llamado la atención el esmero con el que ella las deja colocadas cada mañana en su habitación con sus calcetines de dormir favoritos, de «La patrulla canina».
La que nace ordenada, nace ordenada.
Me pregunto por qué durante años todos hemos ido alimentando esa imagen negativa que tiene el hecho de heredar ropa de unos a otros, cuando son muchas las cosas positivas que este acto conlleva. En la mayoría de los casos además las prendas están prácticamente nuevas, con lo cual es como si se estrenase. Pero, en cualquier caso, aunque no fuera así, no está demás que los herederos conozcan que gracias a esto nos ahorramos dinero, reutilizamos algo que aún tiene recorrido y, por mencionar otra razón, nos acordamos mientras lo llevamos puesto de esa persona que nos lo regaló y a la que queremos tanto.
La cara de ilusión de Sara cuando le enseñé sus zapatillas «nuevas» de ositos me hizo ver que es mejor no trasladar a los niños nuestros prejuicios y complejos. Con su lógica, que suele ir a lo esencial de las cosas, es más fácil disfrutar de la vida. @amparolatre