Me parece curioso que el Día Internacional de la Felicidad y el Día Mundial del Síndrome de Down sean jornadas seguidas. Apenas unas horas después de que los expertos expongan sus teoría sobre la felicidad, nos encontramos con el testimonio de personas con una habilidad especial para hacer más felices a quienes les rodean.
Para conmemorar este día, DOWN ESPAÑA lanza ‘El reencuentro’, su nueva y esperada campaña. Se trata de una emotiva historia que busca acercar a la sociedad la forma de ser de las personas con síndrome de Down, mostrando sus aptitudes, todas esas otras capacidades que les hace diferentes y a la vez especiales. Pero, sobre todo, pretende subrayar un valor siempre destacado por los familiares, compañeros y personas que rodean a quienes tienen esta discapacidad intelectual: la preocupación que demuestran las personas con síndrome de Down por el bienestar de todos los que les rodean y la enorme capacidad que tienen para hacer felices a los demás.
Además el anuncio pone de manifiesto el enorme grado de inclusión, respeto y tolerancia hacia la discapacidad que tienen hoy en día los niños y jóvenes españoles. Pero no en todos los países es así. Hoy leía el testimonio de una deportista paralímpica egipcia con una impresionante historia de superación y de lucha continua, que se aleja bastante de los apoyos institucionales que disfrutan las asociaciones en nuestro país.
La rutina diaria de esta joven es una prueba de resistencia que los perezosos jamás cumplirían: «Me levanto a las 5 de la mañana. De 6 a 9 me entreno en la piscina. A las 11 llego al trabajo y estoy por allí hasta las 4 de la tarde…».
Rahma, de 19 años, le dice al periodista que la palabra discapacitado no le gusta: «Tenemos energía y podemos superar los retos que nos planteen. Aprendemos y trabajamos como cualquier otro. Discapacitados son quienes carecen de objetivos».
Discapacitados son quienes carecen de objetivos. Pues eso.
Con motivo del Día de la Felicidad he leído y escuchado cosas sugerentes y otras bastante ridículas, sobre cómo lograr la ansiada felicidad. Igual deberíamos simplemente observar atentamente a aquellas personas que lucen siempre una amplia sonrisa y fijarnos en cuál es su secreto, qué hacen a lo largo del día, cómo viven o a qué dedican su tiempo y sus energías. Muchas personas con Síndrome de Down pueden, sin duda, darnos una buena lección para andar por la vida con una cara más amable, porque la felicidad no entiende de cromosomas. @amparolatre