Esta noche Sara se me ha enroscado al cuello, me ha empezado a dar besos y no me dejaba marchar.
Ella es muy cariñosa, pero no lo es en plan arrollador y efusivo. Es tranquila también para darte un beso.
Por eso su reacción me ha pillado desprevenida. Pero mi benjamina estaba tan contenta, que la emoción ha vencido a esa cautela a la que nos tiene acostumbrados.
“Por Dios que se pare el mundo”, he pensado. Qué momento.
Mientras escribo estas líneas se me cierran los ojos y he de pestañear porque se me nubla la vista. No os imagináis lo que ha dado de sí el día y lo cansadísima que estoy. Pero ha merecido la pena.
Esta mañana Sara ha celebrado su “fiesta de despedida de Infantil” y ha sido un momento muy especial para ella, en el que ha estado rodeada de amigos todo el tiempo.
Yo me había pedido el día en el trabajo y he podido dedicarme a ella. Hemos tenido un rato largo de parque y una comida improvisada con otros compañeros, que ha resultado un auténtico planazo.
Sara tiene muy buenas amigas. Unos días juega con unas y otros con otras, pero se siente muy querida por todas.
Este mes de junio termina una etapa y esta mañana en medio de tanta felicidad, a ratos me susurraba al oído, que ella quería seguir en Infantil.
Afortunadamente un maestro que se ha acercado a darle la enhorabuena le ha hablado de la cantidad de cosas chulas que hacen en Primaria. Y ha sido un comentario de lo más atinado. Porque a los cinco años, dejar a atrás lo conocido también cuesta.
A mi benjamina, de momento el cambio le asusta un poco y me temo que, en parte, es por la imagen que tiene un tanto negativa de los deberes, los exámenes y demás agobios que le transmitimos el resto de la familia. Sé que se le pasará. En cualquier caso, espero que siempre tenga a su lado a alguien a quien coger de la mano para caminar acompañada. @amparolatre