En una familia grande con personas y personitas conviviendo juntas te das cuenta de que hay formas muy diferentes de vivir un día especial, como es el último día del año.
Estas dos enanas, llevan ajenas a todo lo que sucede a su alrededor desde que se encontraron ayer por la tarde.
- «¡Qué grande estás!»
- «Y tú qué pelo más largo tienes».
Mi hermana y yo -en parte debido a la influencia de mi madre, que tiene con el rosa y el mundo de las princesas un asunto no resuelto- no somos muy amantes ni del rosa, ni de la purpurina. Pero gracias a nuestras hijas estamos reconciliándonos con el maravilloso mundo de las princesas (que no tiene por qué ir unido a la sumisión, ni a la falta de libertad personal, no seamos exagerados).
El verano pasado la abuela hizo para ellas un par de coronas de cartulina y da igual que vayan en pijama, disfrazadas de la «Patrulla Canina» o a recoger piñas, como es el caso de la foto, es parte de su atuendo. Porque como todo el mundo sabe, una corona con estilo combina con todo.
Esta mañana había que recoger un montón de trastos de todos los que aterrizamos ayer por la tarde en casa de los abuelos, comida que preparar y hueco que hacer para lograr que una mesa gigante quepa en un comedor normal. En días así hay momentos de estrés, pero al final las cosas salen. Son los milagros de la Navidad. Mientras los mayores echamos el resto cada uno aportando lo que mejor sabe hacer es divertido ver a estas dos princesas correteando por toda la casa. Divertido pero poco práctico. Por eso llega un momento en el que es necesario salir de casa e ir -por poner un ejemplo- a recoger piñas.
Espero que estéis pasando un fin de año con encanto y rodeados de la familia. Qué mejor modo de hacerlo. @amparolatre