No sé vosotros, pero yo ya estoy terminando de decidir cómo vamos a organizarnos esos meses de verano en los que los niños no tienen colegio, pero nosotros estamos al 100% en el trabajo.
Es un clásico; un dilema eterno cuando llega el buen tiempo.
El ascenso en las temperaturas nos recuerda que el verano está a la vuelta de la esquina y de manera automática mi cabeza empieza a pensar en quincenas y a soñar billetes de cien.
Que estén entretenidos, que se diviertan, que tengan experiencias interesantes y aprendan algo útil. Que repasen un poco de mates, que lean, que aprendan inglés. ¿No nos volvemos un poco locos a la hora de plantear esta época del año?
Últimamente pienso mucho en las familias muy numerosas y me doy cuenta que las claves con las que funcionamos muchas familias ni siquiera son una opción para ellos. Porque ¿qué hogar con más de tres hijos puede soportar -económicamente hablando- dos o tres campamentos por hijo cada verano? Me temo que solo unos pocos.
Cuando yo era pequeña todos los años me iba a algún campamento un par de semanas, pero el resto del verano estaba en casa, con mis hermanos, mis vecinos y mis amigos. A partir de cierta edad mis padres me dieron la oportunidad de aprender idiomas y viajar, pero para entonces ya era una joven universitaria. Hasta ese momento la mayor parte del verano la pasaba en mi casa, jugando a maestros, preparando coreografías y montando tiendas en la puerta de casa donde vendíamos limonada.
No soy consciente de tener ningún trauma en este sentido y mis recuerdos de los veranos de mi infancia son bastante buenos. Así que creo que voy a relajarme un poquito, buscaré algo interesante que se ajuste a los intereses de cada uno de mis hijos y reservaré todos los billetes de cien que pueda para darme algún homenaje con mi marido que también necesitamos practicar inglés y tener experiencias interesantes.
Hablando en serio. Es cierto que no todos viven en una urbanización con piscina, ni pueden recurrir a los abuelos. Pero también lo es que con el verano parece que no hay opción más allá de los campamentos multiaventura y no es cierto. Es posible simplificar, quedarse en casa o turnarse con vecinos y amigos para que los niños tengan un plan diferente sin que el bolsillo se quede tiritando. Mi experiencia es que cuando no planifico es cuando ellos son capaces de convertir lo ordinario en extraordinario. Y en mi opinión, ese es sin duda el mejor plan. @amparolatre