Son cosas que pasan cuando dejas entrar a los niños en la cocina. Y lo más importante, es imposible que sucedan si les prohíbes el paso.Así es.
Algo han tenido que ver también los concursos que tanto éxito han tenido en los últimos años y que se han convertido uno de los pocos contenidos televisivos que hemos podido ver los cinco juntos.
El postre con el que Irene nos sorprendió hace unos días, me recordó una conversación con mi suegra hace años.
- “Hay que ver lo que ha aprendido a cocinar desde que os habéis casado”.
- “Pues yo poco le he enseñado. Lo único que he hecho es dejarle entrar en la cocina”.
Podía haber aprovechado la tesitura para colgarme una medalla, pero con el tiempo se habría descubierto el pastel, porque yo en la cocina, lo justo. No se me da mal, pero tampoco soy lo que se dice una “cocinillas”. Mi marido tampoco lo es, pero nos complementamos estupendamente. Yo soy “requetepráctica” para el día a día. Muy organizada para que las tres limas que tenemos en casa coman lo más equilibrado posible. Sin embargo, me cuesta pensar en un menú original y creativo para una cena navideña, por ejemplo. Para eso está él.
Y como puede verse en la foto, queda claro que mi mediana ha salido a su padre. Aunque añadiré, que…gracias a la actitud de una servidora. Una de mis pequeñas obsesiones es que mis hijos ganen en autonomía, a todos los niveles. Lo hago por puro egoísmo. En el fondo es la mejor forma de liberarme yo también.
No me queda otra que reconocer una vez más que, de nuevo es el verano el que nos otorga esa dosis de relajo, ese margen con horarios y rutinas para poder experimentar. Y entonces se produce la “magia”.
Es una pena que no demos durante el curso con la fórmula para estas pequeñas concesiones.
Tendré que darle más vueltas aún a mi cabecita y no olvidarme de este propósito, cuando llegue septiembre. Ganaríamos tanto…
No se trata solo de que una niña colabore con la preparación de la cena; sino de que sea capaz de hacer algo diferente a lo que haría su madre, de que logre pensar en algo saludable y de la satisfacción que le produce el resultado. En cuanto empieza el curso a todos se nos llena la boca agua hablando de autoestima, pero son estas pequeñas cosas las que la refuerzan. Así que no queda otra que estrujarse el coco para que estos logros puedan suceder también en medio de exámenes, trabajos y deberes. @amparolatre