La Cuaresma está llegando a su fin.
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¿A nadie más le llama la atención lo mal que se hablan «nuestros chicos»?
Por favor, decidme que no os parece normal el tono que emplean para comentar cosas o mostrar su opinión.
Ayer por la tarde, sin ir más lejos comentaba esto con una amiga mientras nuestras hijas jugaban en el parque. El monopolio por uno de los columpios generó la típica discusión entre niños, pero nos chocó la reacción airada de los otros niños, que no levantaban un palmo del suelo.
¿Qué está pasando?
No sé en la vuestra, pero en mi casa ahora mismo la principal batalla es que los mayores hablen mejor, con más educación, entre ellos y por supuesto con nosotros. Porque en el seno de la familia hemos ganado en confianza y eso es algo muy positivo, pero a menudo parece que se ha perdido el respeto. Y lo preocupante es cuando, lejos de conseguir cambiar las cosas, se normaliza aquello que queremos corregir.
Está claro que, como madre, quizás podría hablar con más calma o más dulzura. Todos podemos mejorar. Pero sinceramente, no creo que la agresividad que destilan los grupos de whatsapp o los corrillos en el patio sean el reflejo de lo que ven en casa.
No sé si en parte es cosa de la edad, del ambiente, de lo que les llega a través de las múltiples pantallas que miran o de la poca paciencia con la que los adultos llegamos a buscarlos a la puerta del colegio, en el mejor de los casos, o a casa a última hora de la tarde, en el peor.
No sé a qué se debe, ni cuál es la solución. Porque no creo que sea solo cuestión de castigar, de mano izquierda o de mirar para otro lado.
La tensión, la agresividad y la violencia están en el ambiente; en todas partes y son contagiosas. Supongo que debería ser también en todos los ambientes en los que «nuestros chicos» se mueven donde deben encontrar un buen espejo en el que mirarse. Y no hablo solo de palabras, sino también de gestos.
Sostenía Borges que lo que decimos no siempre se parece a nosotros. A nuestros muchachos también les pasa. Ojalá sepamos ayudarles bien, con una sonrisa, con un saludo amable o con un silencio oportuno, para que lo que sale de sus bocas sea, de verdad, lo que sus corazones rebosan. @amparolatre