No es lo mismo pensar en frío que hablar en caliente. Me explico. En el día a día con niños de vez en cuando te descubres afirmando cosas con las que a priori no te identificas. Pero resulta que lo has hecho y después del shock de escucharte a ti misma diciendo «aunque no lo entiendas te lo aprendes de memoria» piensas, «¿pasa algo por memorizar algo sin entenderlo?»
Y tú misma te respondes: «Pues sinceramente creo que no». No pasa nada, porque no es la tónica general. Mayoritariamente mis hijos (y creo que sus compañeros tampoco) no memorizan por sistema contenidos que no han interiorizado.

La escena la viví hace unos días con mi hija mediana, con la que estaba preparando un examen de Lengua y a la que se le había «atragantado» un párrafo que hablaba de las «formas personales» de los verbos (de un modo bastante abstracto, todo hay que decirlo) . Mi hija entendía la esencia del tema, sabía explicar las ideas y poner ejemplos, pero el apartado ciertamente se le había atragantado. Estábamos ante un «atragantamiendo» acentuado con un pelín de cabezonería por su parte. En estas circunstancias razonar resulta complicado y entrar en bucle muy, pero que muy sencillo. Así que, aprovechando que Irene tiene facilidad para memorizar le dije: «Mira, lo ideal es que entiendas las cosas antes de aprendértelas de memoria, pero esta parte del tema apréndetela. Estate tranquila porque el concepto lo tienes y los ejercicios te salen, pero el recuadro con las palabras en negrita memorízalo».
Y me quedé tan pancha, oye. Pancha y satisfecha, porque a los cinco minutos Irene había terminado y estaba jugando.
No soy ninguna experta en educación, pero sí soy una madre pendiente de lo que sus hijos estudian. En contra de lo que algunos expertos afirman últimamente, no creo que la educación en estos momentos peque de memorística. Al contrario.
Y en casa, a menudo cometemos el error de pensar que los niños van a ser más obedientes o perseverantes por entender mejor el porqué de una norma. Y nos equivocamos. Razonar con ellos está genial, pero creo ni se acaba el mundo por memorizar algo sin entenderlo (ya lo entenderán), ni podemos confiar en que van a ser más respetuosos y educados a golpe de razones.
Sé que estoy siendo muy políticamente incorrecta y que estoy mostrando mi versión más «madrastrona», pero es que últimamente estoy en plan «desdramatizadora». El ideal todos sabemos cuál es. Pero la vida real es algo distinto y no se acaba el mundo por dar un grito, por obligar a un niño a saludar cuando sube al autobús o hacer que memorice dos frases aunque no entienda completamente su significado. No se acaba el mundo porque a nuestros niños les sobran razones y les falta un poquito de «porque sí». @amparolatre