Afortunadamente ninguno de mis hijos ha tenido enfermedades graves. Soy además de las que siempre piensa que todo irá bien. Sin embargo, últimamente, cuando me toca ir a un hospital con alguno de ellos para hacerles pruebas médicas, en algún momento en la sala de espera o haciendo una cola, tengo la sensación de que el tiempo se para y no puedo pensar, ni procesar lo que me dicen.
No sé muy bien por qué sucede. Quizás porque soy más consciente que antes de la cantidad de cosas que podrían pasar y que afortunadamente no pasan. Quizás porque no puedo evitar pensar en cuál es la historia de esa mujer con ojeras que se toma el café en la mesa de al lado o en la de ese niño al que Sara habría señalado esta mañana, si yo no lo hubiera evitado.
No hay cosa que me saque más de mis casillas que la falta de humanidad de los médicos o la poca sensibilidad de una enfermera que le echa en cara a una niña de dos años que llore mientras tres desconocidos con batas blancas la miran de arriba a abajo.
Hoy sin embargo, una vez más, en el Hospital Niño Jesús de Madrid lo que me he encontrado han sido profesionales de primera. Se trataba de hacer un análisis de sangre a una niña de tres años, pero hay maneras y maneras de hacer las cosas. Y las enfermeras de esta mañana han convertido en arte una extracción de sangre. No puedo decir otra cosa.
A nuestra benjamina tienen que hacerle varias pruebas en los próximos días. Esperemos que no sea nada grave, pero cualquier padre que se haya visto en situaciones parecidas sabe lo desasosegante que puede ser una espera de este tipo. A lo que hay que añadir los favores que tienes que pedir aquí y allá para que el resto de la logística familiar no pierda ritmo; por no hablar de la sensación de culpa cuando no te queda otra que llegar tarde al trabajo.
En los últimos días me ha sorprendido la generosidad de una compañera periodista que trabaja en dicho hospital y que me ha echado un cable haciendo un trámite que a mí me iba a suponer faltar un día a mi puesto de trabajo, algo que por otro lado, a estas alturas de la película deberíamos poder hacer vía mail o a través de una aplicación. Gracias de corazón. La generosidad de unos y el buen hacer de otros habéis endulzado un día que amanecía complicado. También los buenos gestos hacen que el tiempo se pare. @amparolatre