Hay cosas que solo suceden en Nochebuena, como que tu hija pequeña te pregunte varias veces que si ella podría ir con su ropa al Polo Norte.
Y cuando ya pensábamos que habíamos salvado la «noche» con la mediana, que a sus 9 años, parece que está viviendo su última Navidad de mágica inocencia…

Cuando todos se habían marchado de casa, todo estaba recogido y nos íbamos a la cama…
Justo en ese momento en el que ya no te quedan ni fuerza, ni reflejos, ni lucidez, soltó una de sus famosas «bombas de relojería», que al final no resultó ser tal.
«Mamá, papá, creo que he descubierto una cosa y quiero que me digáis la verdad. El Ratón Pérez eres tú mamá».
No pude evitar poner cara cómica, porque no me esperaba esa pregunta.
«¿Ves? ¡Lo sabía! ¡Lo sabía! No puede ser nadie más, mamá. Tú eres la que me conoce, la que está en casa, la que sabe qué cosas me van a gustar».
Después de hablar con ella un rato, vimos que era inútil seguir con la farsa, pero mi marido y yo decidimos no desvelar nada más; y menos mal. Porque cuando fui a darle las buenas noches a la cama me dijo que lo que no entendía es por qué en las películas algunos mayores compran cosas para regalar en lugar de confiar en Papa Noel.
¿No es genial que después de la conversación sobre el Ratón Pérez, la de Santa Claus fuera completamente en dirección contraria? Porque le dejé claro -y ella quedó conforme- que lo hacen, de la misma forma que nosotros tenemos un detalle con los maestros. Todos los años me sorprende la potencia de la magia navideña. Ni los desliz de los mayores, a los que a veces se nos escapan comentarios traicioneros; ni «la letra parecida a la de mamá» de la tarjeta; ni los cientos de adultos que nos cruzamos los días previos cargados de juguetes. Nada desmonta la magia, cuando un niño quiere creer.
De la Nochebuena 2016, me quedo por encima de todo con la confesión de una persona a la que queremos mucho en la familia y que pasa la primera Navidad sin su marido, que falleció hace unos meses. En medio de un duelo que aún no termina de superar y con una pena igual de grande que el amor que sentía por él, no ha querido dejar de comprarle un regalo. Siempre vi en ellos un ejemplo de unión, de cariño y de saber cuidarse el uno al otro. El gesto de la viuda a mí me pareció tan tierno… ¡Feliz Navidad! @amparolatre