El universo de Beatrix Potter me gusta. Es una estética dulce, bonita, que me convence para mis hijas. Por eso me alegré al ver que «Peter Rabbit» llegaba a la gran pantalla.
Sin embargo, me he llevado un chasco.
Creo que voy a actualizar la biblioteca de mis hijas con cuentos que no tenemos de esta escritora, para que la película que acaban de ver no sea lo primero que recuerden cuando piensen en Peter Rabbit.
Una vez más compruebo que no todas las películas que se presentan como infantiles son inocentes o apropiada para niños. No es que en ésta los peques vayan a ver algo que no deban, ni mucho menos. Pero desde luego el mensaje que va calando desde el principio requiere explicación.
Me parece cuestionable que se presente como malo al que exige que se respete su casa como propiedad privada o que se ridiculice al ordenado y meticuloso. Por no hablar de la alegría coneja tras la muerte del dueño de la casa que terminan ocupando y destrozando. Y del liderazgo que se fragua en torno al animal responsable.
Si bien es cierto que los niños no reparan en los mismos detalles que los adultos, los mensajes van calando. Y los padres debemos saber qué les llevamos a ver y sobre todo debemos poder confrontarles y despertar en ellos una actitud crítica ante lo que ven, leen o escuchan.
No se trata tanto de que no vean -a veces también- como que podamos reflexionar sobre ello.
Me he quedado más tranquila cuando Irene -de once años- me ha dicho que no le ha gustado que los animales «quieran hacer trampa todo el rato» o se alegren de la muerte. A Sara, de cinco años, he preferido preguntarle por aquello de la película que más le ha gustado. Por supuesto ha sido el final, «porque se caían todos bien». Ya os he hablado en más ocasiones de su capacidad conciliadora.
Una pena, porque todo hacía pensar que sería la película de la Pascua. Desde luego para mí no lo es. Aunque me queda el consuelo de la buena literatura que está en el origen de la historia. @amparolatre