Me cuesta imaginar cómo ha debido ser la vida de una persona -a la que acabo de conocer- que dice que nunca nadie le ha ayudado.
Me parece increíble en el sentido estricto del término. Difícil de creer. Hasta hoy jamás había escuchado a nadie de mi entorno decir algo así.
Me pregunto cuáles pueden ser las consecuencias que en el desarrollo de cualquier persona puede tener semejante sentimiento. A mí se me ocurren tantos familiares, amigos, vecinos o compañeros de trabajo a los que podría recurrir para asuntos tanto personales como profesionales, que se me hace un nudo en el estómago solo de pensar en lo que puede ser vivir sin esta opción, que me resulta vital.
Esta persona ha entrado en mi vida y me veo en la obligación de hacer todo lo que esté en mi mano para que nunca vuelva a hacer semejante afirmación. Creo que la experiencia de sentir ayuda de otro ser humano debería ser un derecho universal.
Hoy una amiga le ha regalado a mi hija pequeña este ramo de claveles rosas. Ha sido una agradable sorpresa a media tarde con la que quería compensar la pena de mi benjamina por la marcha de su abuela, que ha estado en casa una semana. El detalle ha sido reconfortante para Sara, que ha sentido el apoyo de esta mamá con la que está estableciendo un vínculo especial. Y de rebote para mí, que me chiflan las flores.
Esta tarde ha habido esta nota de color, pero hasta que ha llegado el ramo, me he cruzado a tanta gente con la que de verdad puedo contar… que a esta hora del día y a pesar de la hipoteca, no puedo hacer otra cosa que dar gracias, porque soy rica. @amparolatre