Me cuesta imaginar cómo de horrible tendría que ser mi vida con niños para decir algo así como que preferiría no haber sido madre.
Dicho esto creo que es bueno que la gente que así lo siente, pueda expresarlo. Nada de tabúes en este sentido, que bastantes arrastramos ya en torno a la maternidad, la familia y la crianza. Que sea apasionante como nada en el mundo no quiere decir que siempre sea bonito o tierno, que no haya crisis (algunas tremendas) y que no arrastremos lastres. Y de todo ello es necesario hablar, porque de lo contrario, falseamos la realidad y generamos unas expectativas que están más cerca de una película, que de la vida real.
Creo además que solo si expresamos y escuchamos todo lo que rumiamos de fondo unos y otros, conoceremos profundamente la sociedad en la que estamos. Pero no deja de parecerme muy triste el testimonio de las mujeres como las que recoge la socióloga Orna Donath en el estudio que ha realizado sobre “madres arrepentidas”. Triste por la amargura e insatisfacción de ellas y sobre todo por sus hijos. ¿Cómo debe de caer en el corazón de un niño la afirmación de su madre diciendo que se sentiría liberada si él no existiera?
Me pregunto qué lleva a una mujer a sentirse así y sobre todo si esa ansiada libertad sería tal por el hecho de no tener hijos. Creo que el estudio no aborda ninguna de mis dudas.
Llegados a este punto poco puedo aportar, excepto mi experiencia. Que la gente no se case o no se “anime” a tener niños no quiere decir que no deseen un amor para toda la vida o que no les ilusione descubrir cómo es el amor más grande, que es el de los padres hacia sus hijos. El corazón no es tonto, sabe lo que es bueno y aspira a ello, pero se da de bruces con la realidad y claro el chasco es tremendo.
Peor aún que la soledad solitaria es la de sentirse solo estando acompañado. Esto tiene mucho que ver con la maternidad, porque lo que lleva al desencanto a muchas mujeres es la falta de compromiso de la pareja en las tareas del día a día, las dificultades para conciliar lo profesional con lo familiar y las jornadas eternas en las que resulta imposible encontrar un minuto para algo que no sean ellos. O tienes clarísimo por qué has llegado donde has llegado o si te pilla Orna Donath le das un titular detrás de otro. Pero dudo que a alguna mujer le produzca satisfacción sentirse así. Probablemente si se pudieran cambiar las circunstancias, lograríamos que se sintieran liberadas, sin perder aquello que puede darles la felicidad.
Muchas mujeres piden que no se juzgue a quienes no quieren ser madres y buscan también que se les reconozca en sus otras facetas como profesionales, esposas, amigas, hermanas… De acuerdo. Pero este estudio va un paso más allá y saca a la luz el testimonio de aquellas que se arrepienten. Es en este punto donde percibo un vuelta de tuerca más y donde lejos de reflejar que se han terminado los tabúes, lo que se pone de manifiesto es que lo que no ha terminado es una crisis de valores que conduce a una perdida de sentido total.
Si algo saco en claro de todo esto es la enorme responsabilidad que tenemos las familias de mostrar con humildad (porque cada día de convivencia es un milagro), pero con el convencimiento de que es posible, un testimonio que contagie y que no olvide a aquellos que necesiten ayuda. @amparolatre