“Rosa María, el que tiene boca se equivoca”.
Así andaba el juego ayer por la tarde en la habitación de Sara, que le explicaba a su unicornio Rosa María, su último descubrimiento en forma de refrán.
En casa no podemos ser más diferentes. Mientras a unos les resbala lo que sucede a su alrededor (eso parece a veces), Sara aspira a la perfección con cada cosa que hace y no se permite cualquier mínimo error.
Tanto su tutora como nosotros nos hemos dado cuenta de lo mal que lleva la chiquilla que la corrijan, así que nos hemos puesto manos a la obra. A ver si logramos rebajar el grado de dramatismo con el que vive cualquier “pero” que le pongamos, ya sea a un trabajo del colegio, ya sea a su comportamiento en casa.
Supongo que la pobre escucha tanta discusión con sus hermanos mayores que quiere hacer lo imposible para no tener que vivir nunca semejantes situaciones. Quizás piense que a ellos los quiero menos, aunque cada día le repita que les quiero a los tres igual.
El caso es que ayer Sara se pasó la tarde repitiéndole el refrán a su unicornio y pidiéndole a sus amigos invisibles -los que me seguís ya sabéis que Sara tiene miles- terminar la frase: “¡ El que tiene boca….!”
El baño es otro momento que se presta a las confesiones:
– “Mamá, ¿sabes qué pasa si no te equivocas? Pues que no aprendes y entonces te quedas toda la vida con cero años y no creces”.
El cambio que estamos intentando conseguir en Sara es una batalla que probablemente dure toda la vida, pero lo bueno es que la hemos empezado. Ahora toca integrar todo lo que llevamos hablando con ella en las últimas semanas.
Toca hablarlo… y por qué no, también bailarlo. Sara terminó el día cantando “El rap de no pasa nada”, que le ha enseñado su maestra.
Me encanta.
Desde luego las grandes batallas no se ganan con una solo arma. Toda ayuda es poca y la música cuando hablamos de niños, es una gran aliada. Creo que me voy a aprender el rap también yo. No es plan de agobiarse ante la primera dificultad. @amparolatre