Desde el pontificado de Juan Pablo II, cada beatificación y canonización ha dado lugar a una sensación de aceleración, con perfiles más recientes y diversos. Pero, teniendo en cuenta la evolución del catolicismo en el mundo, Europa sigue estando ampliamente sobrerrepresentada.
Una de las razones de la falta de visibilidad de países como Filipinas o los países de América Latina, muchos de los cuales se caracterizan por una fuerte devoción popular, es, en primer lugar, el coste de tramitación de los expedientes. El Papa Francisco ha intentado establecer una tabla de tarifas para que estos expedientes sean más accesibles a los países más pobres y lejanos, pero sigue siendo un proceso pesado y costoso.
Un proceso de beatificación puede suponer varias decenas o incluso varios cientos de miles de euros, entre la fase diocesana, la remuneración del postulador, el registro del expediente en el Dicasterio para las Causas de los Santos y todos los gastos derivados, en particular los desplazamientos a Roma.
De los aproximadamente 2500 expedientes de beatificación que se están estudiando en este dicasterio, para garantizar que la personalidad en cuestión permanezca "en la parte superior de la pila", es naturalmente más fácil seguir el expediente desde Italia, Francia o España que desde Brasil o Australia.
Las pericias necesarias para la autenticación de ciertos milagros requieren medios y una cultura administrativa que están fuera del alcance de algunos países, pero la solución puede venir del propio pontífice. En el caso de Peter To Rot, el primer santo de Papúa Nueva Guinea canonizado el pasado 19 de octubre, el Papa Francisco decidió eximir la causa de la identificación formal de un milagro para validar la canonización de este hombre asesinado durante la Segunda Guerra Mundial, contentándose con tomar nota de su reputación de santidad transmitida por la tradición oral.

¿Demasiados santos en las congregaciones religiosas?
El caso más tradicional sigue siendo el de los fundadores o fundadoras de comunidades religiosas, cuyos expedientes son presentados por sus congregaciones, cuya casa general suele estar situada en Roma. Este enfoque puede parecer a veces un poco demasiado sistemático. En sus discursos, a menudo incisivos, dirigidos a las congregaciones religiosas femeninas, el Papa Francisco se ha mostrado en ocasiones molesto por el celo de las hermanas por canonizar a su fundadora, en lugar de santificarse ellas mismas…
Por otra parte, las congregaciones más importantes cuentan con un "procurador" encargado de seguir los expedientes de los miembros de la comunidad. Este poderoso apoyo institucional contribuye naturalmente a impulsar las causas, que movilizan importantes recursos humanos y financieros. Las anulaciones de beatificaciones en el último momento suponen, por tanto, un duro golpe para las diócesis y congregaciones que defienden su causa, como fue el caso del francés Léon Dehon en 2005.
Benedicto XVI, recién elegido, retiró entonces esta celebración del calendario debido a la identificación de escritos considerados antisemitas en los archivos de este sacerdote del norte de Francia, fundador de la congregación de los Sacerdotes del Sagrado Corazón.
Testimonios concordantes
En el caso de las personalidades públicas, el estudio del expediente puede ser a la vez más fácil y más difícil: los expedientes de Juan Pablo II y de la Madre Teresa pudieron avanzar muy rápidamente, ya que su reputación de santidad era conocida en todo el mundo y ampliamente documentada. Fueron beatificados seis años después de su muerte, tras quedar exentos del plazo mínimo de cinco años previsto por el derecho canónico para iniciar la fase diocesana.
En el caso de Carlo Acutis, se respetó el plazo de cinco años, pero los testimonios concordantes de sus allegados y los numerosos recursos audiovisuales que dejó este adolescente italiano pudieron, naturalmente, explotarse fácilmente. Su corta edad, solo 15 años en el momento de su muerte, también permitió acelerar el examen de su expediente, lo que condujo a su beatificación en 2020, 14 años después de su muerte, y a su canonización en 2025.
Los testimonios coincidentes de varios testigos pueden, naturalmente, ayudar a identificar el martirio en algunos casos. En el caso del padre Jacques Hamel, asesinado el 24 de julio de 2016 en su iglesia de Normandía ante testigos, la coincidencia de los relatos podría, lógicamente, allanar el camino para una beatificación relativamente próxima y una posterior canonización, aunque aún no se ha anunciado nada formalmente en este sentido.
Una mirada a la dimensión ecuménica también permite esclarecer las diferencias de plazos según las confesiones. Durante la ejecución de los mártires coptos por el Daesh en una playa de Libia, el rodaje con una puesta en escena muy hollywoodiense organizado por los yihadistas ayudó paradójicamente al reconocimiento de su martirio, que quedó así directamente documentado. El video de su ejecución los muestra con un rostro sorprendentemente sereno, y se les oye invocar el nombre de Cristo antes de morir.
Ejecutados el 15 de febrero de 2015, fueron inmediatamente reconocidos como mártires y canonizados por el papa copto Tawadros II el 21 de febrero siguiente, solo seis días después de su muerte. La Iglesia católica se unió a este culto en 2023 al incluir a estos mártires coptos en el martirologio romano. El 15 de febrero de 2024 se organizó en el Vaticano una primera conmemoración litúrgica común a ambas Iglesias.












