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¿Cuál era el verdadero nombre de la Verónica?

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Yohana Rodríguez - publicado el 26/10/25
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Hemos escuchado en nombre de Verónica en algunos rezos, pero, ¿qué es lo que sabemos realmente de ella? ¿Aparece en la Biblia?

Seguramente has escuchado sobre la mujer que le ofreció un velo a Jesús cuando estaba en camino al Calvario. De hecho, es nombrada en una de las catorce estaciones del viacrucis y se refieren a ella como Verónica. Sin embargo, a pesar de que se le reconoce con este nombre, en realidad es un apodo. 

La mujer apodada Verónica no se encuentra presente en ningún Evangelio. No obstante, la tradición católica la ha mencionado por siglos como una mujer conmovida por los dolores y sufrimientos de Cristo. Se dice que se apiadó de Él, tomó el velo que le cubría la cabeza y se lo ofreció. Ahí quedaría impreso su rostro. 

En la sexta estación del Viacrucis, que comparte la página oficial del Vaticano, se puede encontrar: 

“«Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro » (Sal 26, 8-9). Verónica —Berenice, según la tradición griega— encarna este anhelo que acomuna a todos los hombres píos del Antiguo Testamento, el anhelo de todos los creyentes de ver el rostro de Dios. Ella, en principio, en el Vía crucis de Jesús no hace más que prestar un servicio de bondad femenina: ofrece un paño a Jesús”.

¿Cuál era su verdadero nombre?

Según la tradición, el apodo proviene del latín y son dos términos combinados, que forman una palabra similar a Verónica. Vera (verdadero) e icon (imagen); que se traduce como “imagen verdadera” o “verdadero ícono”.

Pero en otra versión de la etimología, se dice que proviene del nombre griego Berenice (Βερενίκη) y que Verónica solo es la forma latina en la que se tradujo. Por lo que su origen sería φερ (llevar) y νίκη (victoria) y significaría “la que lleva la victoria”.

Leyendas y origen de Verónica

Se dice que el rumor sobre el velo en el cual quedó impreso el rostro de Jesús, se distribuyó en muchos lugares. Siendo así, que le atribuyen escenas milagrosas como la conversión de almas y curación de enfermedades. 

Una de las leyendas más populares es la del emperador Tiberio, que estaba muy enfermo y para el punto en el que estaba su enfermedad, su recuperación se veía imposible. Él solicitó la presencia de Jesús, pero al saber que había sido crucificado, le presentaron el trozo de tela que tenía Verónica. Ella le llevó el velo y el emperador, al tocarlo con gran devoción, se curó.

Algo que sí sabemos es que no hay un origen exacto sobre la historia de Verónica. No sabemos su verdadero nombre, ni su historia. Pero lo que sí destaca la tradición, es que era una mujer piadosa que ante la experiencia de haber estado tan cerca de Jesucristo, no solo quedó su rostro impreso en el velo, sino también en su corazón.

La veneración a la Verónica creció entre los fieles. Fue así que en 1207, el Papa Inocencio III exhibió el velo de Verónica e hizo una oración. En consecuencia, se inició una procesión cada año para venerar la reliquia. 

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