La resurrección de Cristo constituye «una explosión de vida y alegría que cambió el sentido de toda la realidad, de negativo a positivo», explicó el papa León XIV durante la audiencia general del 22 de octubre de 2025. Después de tomarse un tiempo para saludar a la multitud desde el papamóvil ante los más de 50 000 fieles presentes en la plaza de San Pedro, continuó su serie de catequesis sobre «Jesucristo, nuestra esperanza», deteniéndose en la resurrección de Cristo como «respuesta a la tristeza del ser humano».
El Papa explicó que la tristeza es «una de las enfermedades de nuestro tiempo». «Invasiva y extendida, la tristeza acompaña los días de tantas personas», lamentó el pontífice, describiéndola como «un sentimiento de precariedad, a veces de profunda desesperación, que invade el espacio interior y parece prevalecer sobre cualquier impulso de alegría».
Señaló que el Evangelio aborda este sentimiento a través del relato de los discípulos de Emaús en el Evangelio de Lucas (24, 13-29). «Decepcionados y desanimados, abandonan Jerusalén, dejando atrás las esperanzas depositadas en Jesús, crucificado y sepultado», pero el encuentro con un viajero inicialmente desconocido cambiará sus vidas.
Después de que finalmente reconocieran a Jesús durante la comida compartida con este extraño compañero de viaje, «todo se aclara: el camino compartido, la palabra tierna y fuerte, la luz de la verdad», recordó el Papa.
«De inmediato, la alegría se reaviva, la energía vuelve a circular por los miembros cansados, la memoria se convierte en gratitud. Y ambos se apresuran a regresar a Jerusalén para contarlo todo a los demás», relató el obispo de Roma.
Para explicar el carácter muy concreto de la resurrección de Cristo, León XIV se detuvo en el saludo del día de Pascua «el Señor ha resucitado verdaderamente». En algunos países orientales, durante la semana santa, esta fórmula se utiliza incluso en la vida cotidiana para saludarse.
El término «verdaderamente» muestra que «Jesús no resucitó con palabras, sino con hechos, con su cuerpo que conserva las marcas de la pasión, el sello eterno de su amor por nosotros. La victoria de la vida no es una palabra vana, sino un hecho real y concreto», insistió.
«Por los caminos del corazón, el Resucitado camina con nosotros y por nosotros. Da testimonio de la derrota de la muerte, afirma la victoria de la vida», aseguró el Papa. «¡Solo Él hace posible lo imposible!», concluyó.










