"El camino de María es seguir a Jesús, y el camino de Jesús va hacia cada ser humano, especialmente hacia los pobres, los heridos y los pecadores", aseguró el Papa León XIV al celebrar la Misa del 28.º Domingo del Tiempo Ordinario en la Plaza de San Pedro el 12 de octubre de 2025, en el marco del Jubileo de la Espiritualidad Mariana. Se esperaba la asistencia de treinta mil personas a este encuentro dedicado a grupos y movimientos dedicados a la Virgen María.
"Cuidémonos de toda instrumentalización de la fe, que corre el riesgo de transformar a los diferentes -con frecuencia los pobres- en enemigos, en 'leprosos' que hay que evitar y rechazar", insistió León XIV, tres días después de la publicación de su exhortación Dilexi te, dedicada al amor a los pobres.
"La espiritualidad mariana, que alimenta nuestra fe, tiene a Jesús como centro", explicó el Papa, reiterando la invitación de san Pablo a "no perder el centro, a no vaciar el nombre de Jesús de su historia, de su cruz".
Al retomar el comentario del relato de la curación de Naamán el sirio ofrecido por el Papa Francisco durante su discurso de Navidad a la Curia en la Navidad de 2021, León XIV volvió sobre el “terrible drama” vivido por este leproso.
"Su armadura, la misma que le da gloria, en realidad recubre una humanidad frágil, herida, enferma. A menudo encontramos esta contradicción en nuestra propia vida: a veces los grandes dones son armaduras que recubren una gran fragilidad", explicó el Papa, citando a su predecesor.
"Jesús nos libra de este peligro, él que no lleva armadura, sino que nace y muere desnudo; él que ofrece su don sin obligar a los leprosos curados a reconocerlo", explicó León XIV, recalcando que "el amor es gratuito". "Dios es puro don, pura gracia, pero ¡cuántas voces y convicciones pueden separarnos aún hoy de esta verdad desnuda y abrumadora!", alarmó el Papa.
La espiritualidad mariana no debe ser instrumentalizada
"La espiritualidad mariana nos sumerge en la historia sobre la que se ha abierto el cielo, nos ayuda a ver a los soberbios dispersados por los pensamientos de sus corazones, a los poderosos derrocados de sus tronos, a los ricos despedidos con las manos vacías", repitió León XIV, retomando los temas abordados el sábado por la noche durante la vigilia de oración por la paz organizada en la Plaza de San Pedro.
"La gracia de Dios también puede alcanzarnos sin encontrar respuesta; puede sanarnos sin involucrarnos", advirtió también el Papa. "Cuídense, pues, de esta ascensión al templo que no nos pone en los pasos de Jesús. Hay formas de culto que no nos vinculan a los demás y que anestesian nuestros corazones", señaló.
Por el contrario, "la auténtica espiritualidad mariana hace actual en la Iglesia la ternura de Dios, su maternidad", insistió el Papa, citando, siguiendo al Papa Francisco, el modo en que María manifiesta "la fuerza revolucionaria de la ternura y del afecto".
La espiritualidad mariana constituye así "un motor de renovación y de transformación, como exige el Jubileo, tiempo de conversión y de restauración, de reflexión y de liberación", exhortaba León XIV.
Oración al Inmaculado Corazón de María
Al igual que durante la vigilia mariana del sábado por la noche, la imagen de Nuestra Señora de Fátima, traída desde Portugal para la ocasión, se exhibió cerca del altar. Al final de la celebración, antes del rezo del Ángelus y un paseo en el papamóvil, el Papa recitó esta oración al Inmaculado Corazón de María, en intercesión por el mundo:
"Virgen Santa, Madre de Cristo nuestra Esperanza,
tu presencia maternal en este Año de Gracia
nos acompaña, nos consuela,
y nos da, en las noches oscuras de la historia,
la certeza de que en Cristo el mal es derrotado,
y que cada persona es redimida por su amor .Discípulo perfecto del Señor,
Has guardado todas las cosas de Dios en tu corazón.
Enséñanos a escuchar la Palabra de Dios
y entenderlo internamente,
para que podamos caminar con confianza
en el camino hacia la santidad.A tu Inmaculado Corazón,
confiamos al mundo entero y a toda la humanidad,
especialmente a tus hijos atormentados
por el azote de la guerra.Abogado de la gracia,
Guíanos por el camino de la reconciliación y del perdón.
No dejes nunca de interceder por nosotros,
en la alegría como en el dolor,
y obtén para nosotros el don de la paz,
que imploramos fervientemente.Madre de la Iglesia,
acogernos con amabilidad,
para que, bajo tu manto,
encontramos refugio
y déjanos sostener por tu ayuda maternal
en las pruebas de la vida.Contigo, Virgen Inmaculada,
Magnificamos al Señor,
agradecido cada momento
las grandes obras de su amor.Santísima Virgen,
Madre ascendió al Cielo,
Reina de la Paz,
Señora del Inmaculado Corazón,
¡Orad por nosotros!"











