Telas, hilos, agujas, un corte por aquí y otro por allá… un poco de la experiencia que vivió Victoria de Vázquez al hacer su vestido de novia. Y es que, uno de los días más importantes de su vida, fue aún más especial al confeccionar la prenda con la que diría sí el en el altar.
Esta joven mexicana, diseñadora y fundadora de Benedicta, nos cuenta cómo fue el proceso de creación de su vestido, pero también cómo conoció a su esposo.
Gracias a Dios y a Twitter, se conocieron

Victoria conoció a Juanjo a través de la red social de Twitter. "Sé que puede sonar loco, pero cuando conocí su forma de pensar, me llamó mucha la atención". Así que, al ver su perfil, decidió mandarle un mensaje para comenzar la plática.
Un pequeño obstáculo que enfrentaron es que vivían en ciudades distintas. Ella residía en Tampico y él en Guadalajara, pero esto no fue un impedimento para ellos, ya que al ver que coincidían en varios aspectos, iniciaron los mensajes y videollamadas en donde platicaban y rezaban el rosario juntos.
"Tres meses antes de conocernos, hice mi consagración a la Virgen María. Recuerdo que pedí tener un noviazgo santo, conocer a un chico con quien coincidiera en lo fundamental. Nuestra Señora me escuchó: la espiritualidad de ambos coincidía totalmente".
Cuando se vieron por primera vez, entre flores, charlas profundas y risas, se hicieron novios. "Me sentí amada, protegida y respetada. Desde el principio fue claro: el noviazgo era para discernir el matrimonio. Nuestra relación se basó en respeto, claridad y propósito".
Dos años después, Juanjo le pidió matrimonio. Victoria, con emoción, cuenta que antes de llegar a comprometerse, fueron recibiendo confirmaciones por parte de Dios. La mayor de ellas fue cuando, en el día de san José Obrero, Juanjo obtuvo un puesto de trabajo que les permitía tener un mejor ingreso para casarse.

Un compromiso confiado en Dios
"Desde que nos comprometimos, dimos gracias a Dios por permitirnos llegar a ese punto. Lo encomendamos todo a Él y a Nuestra Señora".
Victoria, no solo iba a casarse conforme al llamado de Dios, sino que quería darle un toque único a la boda: ella haría su vestido de novia. "Quería un vestido modesto, que reflejara la virtud de la pureza. Hoy es difícil encontrar vestidos que respeten el sentido del sacramento. Por respeto a la Misa, a mi futuro esposo y a mí misma, quise elaborarlo yo".

Para la idea del diseño del vestido fue a varias tiendas de novia a probarse distintos diseños. Hizo el boceto, se tomó las medidas e hizo el patronaje, cortó la tela; y una vez cortada, empezó a unir las piezas, coserlas y plancharlas. Fue un proceso que tomó tiempo ya que ella lo hizo sin la ayuda de otra persona.
Fue un proceso intenso, ya que al mismo tiempo que estaba organizando la boda, se había cambiado a la ciudad de Guadalajara; lo que era difícil porque era acostumbrarse a vivir sola con una nueva rutina y con mayor presión del tiempo.
Con todas las emociones que estaba experimentando, se encomendó a Dios y a la Virgen, "mientras cosía, rezaba el rosario o escuchaba charlas espirituales. A veces oraba en silencio, sintiendo a Dios hablarme al corazón".
Se acercaban los días para la boda, añadió los últimos detalles románticos y femeninos como mangas bombachas, encaje y tul plisado. "Logré que fuera un vestido que reflejara las virtudes de la modestia, respeto a la misa, sumisión a Dios y a mi esposo".

En agosto de 2025 Victoria y Juanjo se convirtieron en esposos. Ella entró por el pasillo de la iglesia con su creación, que estaba hecha no solo de tela y aplicaciones, sino también de la nostalgia de haber dejado su ciudad donde estaba su familia y una gran alegría de recibir el sacramento a lado de sus seres queridos y Dios.
"[El día de la boda] al verme en el espejo, con el peinado y maquillaje listos, sentí una gran satisfacción y gratitud. Vi la mano de Dios en todo. Sin su gracia no habría podido terminarlo. Mi esposo me repetía lo orgulloso y bendecido que se sentía. Sus palabras, junto con las de mis amigos y familiares, fueron un regalo de Dios".

Fue una experiencia inolvidable para ellos. Juntos como una sola carne para cumplir el propósito de Dios:
"El matrimonio es un llamado especial de Dios para vivir en santidad. Es tener la mirada en el cielo".









