Las fiestas principales de Zaragoza que se están celebrando esta semana tienen un horizonte ilusionante: la preparación para el bimilenario de la “Venida de la Virgen del Pilar”.
Para conmemorar ese aniversario, se ha lanzado el proyecto “Pilar 2040”. El arzobispo de Zaragoza Carlos Escribano, el presidente de Aragón Jorge Azcón y la alcaldesa de la ciudad española Natalia Chueca lo presentaron el pasado 3 de octubre de 2025.
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3 grandes líneas de acción
El proyecto prevé la creación de un Centro de Acogida de Peregrinos el año 2028 para los millones de visitantes que visitan a la Virgen cada año, informó Iglesia en Aragón.
También unas “reformas de la casa madre”, en palabras del arzobispo, que incluyen la rehabilitación de las torres del Pilar.
Y la puesta en marcha de la “Red Solidaria Pilar 2040” para atender a personas necesitadas.

Pequeña y fuerte
La devoción a la Virgen del Pilar, iniciada a raíz de la aparición de la Virgen María al apóstol Santiago el año 40, es un vínculo religioso pero también un lazo que conecta personas y naciones, subrayó Escribano.

En este sentido, la alcaldesa recordó la visita de san Juan Pablo II al Pilar el año 1982 y sus palabras sobre la Virgen: “¡Qué pequeña es y qué fuerza tiene!”.
Chueca se refirió al bimilenario como a un “acontecimiento único en la historia de la cristiandad” y un poderoso símbolo de unión entre todos los pueblos.
Símbolo de identidad
La Iglesia en Zaragoza presentó la marca Pilar 2040 a través de un logotipo que simboliza identidad y proyección a través de 8 elementos.
El Pilar, como base de la devoción y origen de una tradición que ha acompañado a generaciones.
El año 2040, que representa la mirada hacia adelante, la continuidad de un legado milenario proyectado hacia el futuro.
La Virgen y su manto, signo de amor, protección y espiritualidad que arropa a quienes miran hacia Ella.
La columna, expresión de firmeza, fortaleza y unión.
La ráfaga, que simboliza la luz divina, la santidad, la gloria y la majestad.
El clavel, la ofrenda sencilla pero profunda de la devoción popular. Cada año se ofrecen miles de flores a la Virgen por su fiesta.
El agua del Ebro, vida en movimiento, signo de una tradición que fluye y nunca se detiene.
Y el color elegido que, gracias a la Inteligencia Artificial, se obtuvo directamente de la piedra de jaspe del Pilar.











