Cuando una persona se compromete, hay una gran emoción alrededor, decisiones importantes que tomar y expectativas y metas que lograr. Pero la realidad es que, al mismo tiempo, la persona está pasando por un momento de transición, en el que puede haber dolor y nostalgia.
Para profundizar más sobre este tema tan importante, la Lic. en psicología y Mtra. en Ciencias de la familia, Alma Pérez Pinedo, nos explica cómo una persona puede pasar por este proceso de duelo y cómo podemos trabajarlo tanto a nivel personal como en pareja.
“Vivir el duelo de casarse implica atravesar un proceso de adaptación emocional. Los cónyuges deben despedirse de ciertas dinámicas, roles y costumbres propias de su familia [de origen]. Es necesario despedirnos de dinámicas que no son funcionales para construir un nuevo proyecto de vida con la pareja”.
¿Es malo si me alegra y me duele casarme?
No, no lo es. Es completamente normal que al momento de tomar una gran decisión que implica un cambio en el estilo de vida. No es fácil compaginar dos crianzas, así que puede haber un proceso de duelo, porque no solo implica dejar a la familia nuclear, sino también son rutinas, formas de convivencia.

Comenta la experta que, al casarse, se asumen nuevas responsabilidades, acuerdos y vínculos. Un proceso que puede desencadenar sentimientos alegres, pero también de temor ante la incertidumbre del futuro.
Las emociones más frecuentes son la ansiedad, incertidumbre, nostalgia, tristeza, frustración, enojo y alegría.
“Dejar la casa de la familia transforma la identidad personal y familiar. A nivel personal, se redefine el rol de hijo o hermano y se asume responsabilidad y autonomía, consolidando la autoestima de manera independiente”.
Es un cambio para todos los involucrados, desde la familia de origen, por aceptar la partida del hijo/hermano con el que siempre han convivido. Así como desde la propia persona que deja de ser en su hogar un hijo/ hermano a cónyuge. Con distintas responsabilidades y formas de convivencia.
Pero este cambió ayuda a fortalecer la maduración afectiva y es un inició de la historia de la pareja.
Algunos retos que pueden surgir en esta transición y que es importante tenerlos claros son: la separación emocional, redefinición de roles, dificultad de los padres para soltar el hijo y aceptar la autonomía de la pareja, necesidad de marcar límites y priorizar el hogar, negociación de expectativas y costumbres, entre otros.

¿Qué se puede hacer de forma personal?
Reconocer los sentimientos. Es totalmente válido la mezcla de sentimientos que se puede estar experimentando. Y, una forma para tratarlos es hacer prácticas de autocuidado, descanso y regulación emocional.
¿Qué se puede hacer en pareja?

Es importante que ambos también hagan estrategias que les ayuden a vivir este proceso de forma saludable. Estas son las que recomendó la experta:
- Dialogar sobre valores y prioridades compartidas, redefiniendo conceptos como respeto según lo aprendido en cada hogar.
- Construir rituales diarios simples, como cenas o espacios de conversación. Así como celebraciones propias, equilibrando lo heredado con lo nuevo.
- Fomentar la corresponsabilidad y el compromiso en tareas y decisiones.
- Evitar la crítica y ver las propuestas del otro como oportunidades de crecimiento.
- Reconocer la autonomía del nuevo hogar y tomar decisiones en pareja.
- Mantener comunicación afectiva con la familia, expresando gratitud y reconocimiento.
- Equilibrar cercanía y distanciamiento, manteniendo a la familia como soporte afectivo sin interferir en la vida de pareja.
- Negociar y equilibrar decisiones, fomentando equidad, respeto y afecto mutuo.
Si las estrategias no funcionan y el proceso está resultando ser más complicado, es recomendable buscar apoyo profesional. En especial si hay dificultad para establecer los límites, se presenta dependencia, hay exceso de sentimientos y/o no hay herramientas de comunicación asertiva.
¿Qué consejo darías a alguien que está viviendo la transición?
“Lean libros. Tal vez no les guste, pero lean libros. Sobre todo acerca del ciclo vital de la familia y las parejas, porque también la pareja conlleva sus ciclos”.










