¿Crees algo pero después lo dudas? ¿Sientes tu mente dispersa, tu corazón fragmentado tratando de mantener tu integridad?
Dice un cartujo -¡un cartujo, que es un monje cuya vida transcurre en silencio!- que “hay dentro de nosotros mismos una fuente permanente de pensamientos, imaginaciones, inquietudes”…
Es en cada persona donde empieza la tan buscada unidad. Pero, ¿cómo lograr que los enfrentamientos interiores den paso a una armonía generadora de paz?
Solo el Amor, que se expresa de infinitas maneras permaneciendo inmutable, puede devolver a la persona su unidad y felicidad. Pídeselo.
Oración
Cuando creo haber amado y odiado al mismo tiempo a una persona,
te miro, Cristo en la cruz, y te digo: eres Tú, Señor, mi único bien.Si me sorprendo corriendo en dirección contraria a mi meta,
me detengo y busco tu mirada respondiéndote: eres Tú, Señor, mi único bien.Tras aceptar ideas que contaminan mis convicciones,
me vuelvo a ti y te repito: eres Tú, Señor, mi único bien.Al fallar a compromisos que había asegurado mantener,
vuelco mi arrepentimiento a tus pies y te susurro: eres Tú, Señor, mi único bien.Cuando traiciono a las personas a las que amo,
me enfoco en tu corazón, diciéndote: eres Tú, Señor, mi único bien.Si algo me lleva a dudar de Ti,
mi esperanza clama: eres Tú, Señor, mi único bien.Sí, Señor Jesús, eres Tú mi único bien.
Por eso te abrazo en la cruz
dejando que tu amor libere y purifique mi corazón,
para encontrar en Ti la comunión y la paz.Unifica en Ti, Amor infinito,
mis pensamientos, sentimientos, afanes, acciones, palabras.
Unifícame en Ti, Señor, mi único bien.
