Cuando una persona santa fallece y posteriormente es canonizada, la Iglesia tiene la costumbre de distribuir alguna reliquia para promover la veneración de esa persona.
Clases de reliquias
Las reliquias son objetos materiales relacionados con un santo y se clasifican en tres "clases". Una reliquia de primera clase es la totalidad o parte de los restos físicos de un santo. Puede tratarse de un fragmento de hueso, un frasco con sangre, un mechón de pelo o incluso un cráneo o el cuerpo completo.
Una reliquia de segunda clase es cualquier objeto que el santo utilizaba con frecuencia (por ejemplo, ropa). Una reliquia de tercera clase es cualquier objeto que haya estado en contacto con una reliquia de primera o segunda clase.
Los católicos son conocidos por conservar reliquias de santos y se cree que Dios concede sus gracias a las almas devotas que utilizan estos objetos como motivación para la oración. El objetivo nunca es adorar estos objetos físicos, sino acercarse más a Dios a través de ellos.
Las raíces bíblicas
Esta práctica tiene raíces bíblicas, como se puede ver en el Segundo Libro de los Reyes y en los Hechos:
"Y así murió Eliseo y fue sepultado. En aquella época del año, bandas de moabitas solían saquear la tierra. Una vez, mientras algunas personas enterraban a un hombre, de repente vieron a una de esas bandas de saqueadores. Entonces arrojaron al hombre a la tumba de Eliseo, y todos se marcharon. Pero cuando el hombre entró en contacto con los huesos de Eliseo, volvió a la vida y se puso en pie".
Y en Hechos:
"Tan extraordinarias eran las poderosas obras que Dios realizaba por medio de Pablo, que cuando se aplicaban a los enfermos paños o delantales que habían tocado su piel, sus enfermedades desaparecían y los espíritus malignos salían de ellos".
Una barba sagrada

En el caso de san Maximiliano María Kolbe, su cuerpo fue completamente incinerado en Auschwitz, sin dejar ninguna parte intacta o identificable. Sin embargo, un fraile de Polonia había guardado en secreto la barba del santo desde que se la cortó por última vez. San Maximiliano se opuso a que se guardara su barba y ordenó al fraile que la tirara al horno.
No obstante, como Jonah McKeown, de CNA, explicó en un artículo, "el fuego no se encendió, por lo que el fraile la recuperó más tarde y la guardó en un frasco de encurtidos, donde fue redescubierta e identificada gracias a la etiqueta que el fraile había puesto en el frasco".
Más tarde, se distribuyeron pequeños trozos de la barba de Kolbe como la única reliquia de primera clase que se conservaba del santo.
Si no fuera por ese fraile, no existiría ninguna reliquia de primera clase de san Maximiliano Kolbe, un santo que ha cautivado al mundo con su heroico acto de sacrificio.




