Imagina recorrer las calles del Vaticano, un sol que irradia por lo alto, personas alrededor emocionadas por llegar al lugar donde reside el Papa y expectantes por cruzar una de las puertas que renovarán su corazón. Así fue para el padre Gonzalo Viaña, que peregrinó a Roma por el jubileo de la Esperanza.
“Todo jubileo es un momento de gracia enorme que el Señor nos da. Siempre nos la da, pero en estos momentos quiere que decidamos y que vayamos a buscar una gracia mayor.”

Una indulgencia para renovar la fe
El padre Gonzalo obtuvo una indulgencia al atravesar las puertas santas en las basílicas de san Pedro, santa María la Mayor, san Juan de Letrán, san Pablo Extramuros, entre otras que fueron designadas por el pontífice . “Verdaderamente, sí se ve el amor de Dios porque Roma es una ciudad bendecida por Dios con muchísimos santos; entonces, han dejado una huella enorme para la Iglesia universal”.
El padre recordó a santos que hicieron una gran aportación para la Iglesia. Estando ahí en las calles romanas, visitó las tumbas de algunos de ellos, como san Ignacio de Loyola, san Francisco Javier, san Luis Gonzaga, san Roberto Belarmino, san Juan Berchmans, san Felipe Neri, santa Catalina de Siena, santa Inés, entre otros. “Recordar las vidas de los santos, ver lo que han creado, que ha tenido repercusión en muchos países, pero que el corazón estaba allí en Roma, cerca del sepulcro de San Pedro”.

Como sacerdote, le impresionó ver, en especial, la tumba de san Pedro, el primer Papa:
“Es impresionante ver las palabras que le dice el Señor en el Evangelio a Pedro, 'tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella'. Todo eso escrito ahí. en San Pedro; y pensar en toda esa basílica diseñada por Miguel Ángel, completada por Maderno y con la columnata de Bernini, me parece impresionante”.
Para él, estar en la Santa Sede, recorrer los pasillos de mármol, apreciar los monumentos y observar el arte católico, como la escultura de La piedad, fue “como estar en el cielo caminando ya entre los santos”. Un pequeño acercamiento de como será la eternidad.
Un llamado como sacerdote
Esta experiencia le ayudó a crecer más en su amor por Dios:
“Me llevo más amor por la Iglesia, más deseo de trabajar por las almas y más confianza en Dios, que me regaló esto sin merecerlo, sin ni siquiera haberlo buscado. Fue realmente un regalo esta peregrinación. Me tocó celebrar Misa en todos estos lugares santos y también celebrar con sacerdotes de otros países. Todo eso enriquece, el sentirme hermano de tantos sacerdotes de tantas culturas diversas y (estar) todos unidos, no solamente la misma fe, sino también de la misma vocación, el mismo sacramento que nos hace participar del sacerdocio de Cristo”.

El padre nos recuerda que no solo podemos encontrar a Dios en estas experiencias, sino en todos lados, comenzando por el propio el hogar, frecuentando los sacramentos y viviendo la experiencia cristiana en la cotidianidad. Sin embargo, enfatiza en que un Jubileo nos recuerda que podemos ser peregrinos para toda la vida.
"Cruzar una puerta santa nos recuerda que estamos hechos para cruzar la puerta del cielo"











