El Papa León XIV tuvo un encuentro tierno y alegre con unos 600 niños y jóvenes el jueves 3 de julio. La mitad del grupo eran hijos de empleados del Vaticano que disfrutaban de su campamento anual de verano. La otra mitad eran jóvenes ucranianos que pasaban una temporada en Roma gracias a Cáritas Italia.
El Papa firmó numerosos autógrafos y posó para varias fotografías. Pero también respondió a las preguntas que le hicieron.
Sentado en una silla al pie del estrado y rodeado de niños con las piernas cruzadas en el suelo, respondió espontáneamente a algunas preguntas, sobre todo relatando recuerdos de su infancia.
En particular, le preguntaron si iba a Misa de niño. Respondió que, por supuesto, iba con su madre y su padre. Añadió que asistía diariamente a Misa en la escuela de su parroquia, admitiendo con su tono de voz que le hacía madrugar, ya que era una Misa a las 6:30 de la mañana. Señaló que le gustaba estar con los demás niños.
Pero aún más que eso, dijo:
"Cuando tenía seis años, más o menos, también empecé a ser monaguillo en la parroquia.
Antes de ir a clases, en la escuela, que era una escuela parroquial, había Misa a las 6:30 de la mañana. Mi madre siempre nos despertaba y nos decía: "Vamos a Misa".
Así que también servir a Misa fue siempre algo que me gustó mucho, porque ya de pequeños nos habían enseñado que Jesús está siempre cerca, que nuestro mejor amigo es siempre Jesús, y que en la Misa era una manera de encontrar, podríamos decir, a este amigo, de estar con Jesús, incluso antes de recibir la Primera Comunión".
Al dirigirse a los jóvenes ucranianos, el jefe de la Iglesia católica expresó su tristeza por su tierra "que sufre tanto a causa de la guerra".
Alternando el inglés y el italiano, León XIV apeló a "la experiencia del encuentro", que requiere "esfuerzo" para superar las diferencias. Animó a los jóvenes a "aprender desde pequeños a vivir en el respeto mutuo".

