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Jugar juegos de mesa es bueno para la relación de pareja

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Claire de Campeau - publicado el 03/07/25
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Y si bastara con una partida de Scrabble o un duelo estratégico para reavivar el vínculo, ¿jugarías juegos de mesa?

Hay mil maneras de cuidar tu relación de pareja. Algunas son grandes y visibles, otras diminutas pero tenaces. Entre ellas, una práctica discreta resurge poco a poco en los hogares: jugar juegos de mesa juntos. No con los niños, no, por una vez: en parejas, entre adultos. Una caja de juegos, una mesa despejada y el simple deseo de reunirse de otra manera. ¡Conoce sus beneficios!

"Necesitábamos reunirnos"

Olivia y Augustin, casados desde hace diez años, solían jugar juegos de mesa de forma bastante ocasional al principio de su matrimonio: "A veces jugábamos al Scrabble o al Rummy, pero con los niños pequeños, las partidas eran cada vez menos frecuentes", sonríen. Pero ahora han vuelto, gracias a unos primos apasionados por los juegos, uno de los cuales es diseñador de juegos de mesa. Él les introdujo en un mundo mucho más vasto y vibrante que los juegos de su infancia: cientos de títulos, mecánicas sutiles, ambientes variados... y, sobre todo, una idea sencilla: es posible jugar juntos. E incluso es muy bueno para las parejas.

Camille y Thomas, padres de dos niños de 2 y 4 años, están experimentando la misma revolución. "Sin darnos cuenta, hemos sustituido rápidamente las pantallas por juegos. Un juego es corto, concreto y cambia el ambiente. Necesitamos estar juntos, y los juegos nos proporcionan esos preciosos momentos de risa o, al menos, ¡de diversión juntos!"

Lo mismo opinan Julien y Sophie, padres de cuatro hijos: "Con poco tiempo para los dos, los juegos se han convertido en una forma de estar juntos, de cuidar nuestra relación, ¡sin necesitar nada más que un dado, peones y un tablero de juego!"

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"Un tiempo en el que no hablamos de facturas..."

Julien y Sophie han hecho del juego un verdadero pilar de su equilibrio. "Con cuatro hijos, no tenemos mucho tiempo para nosotros dos solos. Así que pensamos que podíamos hacerlo divertido. Organizamos una noche de juegos los jueves. "Es sencillo, pero es nuestro". Incluso la gente de su entorno le ha tomado el gusto: "Nuestros amigos piensan que es raro, pero curiosamente... ¡muchos nos han seguido el rollo!"

Los juegos de mesa también han ganado terreno en la familia de Olivia y Augustin a lo largo de los años. "Empezamos a jugar en familia cuando Albane tenía siete años. Muy pronto, su hermano pequeño, Antoine, se enganchó a juegos 'de mayores' como Catan y 7 Wonders". La pasión se extendió, el armario se llenó y los juegos en familia se multiplicaron. Olivia y Augustin empiezan a buscar juegos solo para ellos: "No es una actividad más", dice Augustin. "Es un momento en el que no hablamos de la compra, los deberes o las facturas. Nos reunimos para hacer otras cosas". ¿Cuándo pueden jugar? "Nos acostamos pronto, así que la mayoría de las veces es el fin de semana, durante la siesta de Zélie y el tiempo de tranquilidad de los mayores".

De la calma a la risa, según las necesidades

¿Su juego favorito? "Siempre volvemos a Carcassonne, es nuestro imprescindible", confiesa Sophie. "Hay la cantidad justa de estrategia para jugar bien... y la cantidad justa de calma para charlar mientras juegas". El Scrabble sigue siendo el número uno para Olivia y Augustin: "Una apuesta segura, tranquila y sencilla. O hablas o no hablas. A veces nos dejamos llevar por nuestros pensamientos. Es relajante". Cuando quieren más tensión, sacan Duelo a 7 Maravillas. "Ahí nos engañamos, le damos la vuelta al juego en el último segundo. Nos tomamos el pelo, fingimos estar enfadados el uno con el otro. Todo eso es mejor hacerlo en un juego que en la vida real", ríe Augustin.

A Camille también le encanta esta ligereza: "Nos permite discutir sin nada en juego. Solo para reírnos". Junto con su marido Thomas, se han dado cuenta de que estos ratos de juego, que se toman desde hace tiempo, les permiten observarse de otra manera. Camille explica que ha podido descubrir "la lógica de Thomas, su intuición, pero también su lado perdedor muy dolorido", ríe. "Me encanta la complicidad que compartimos cuando jugamos y la ligereza del momento", admite la joven madre.

Jugar no resuelve los desacuerdos ni los calcetines desordenados. Pero sí ofrece un espacio diferente: un terreno neutral, donde la pareja vuelve a ser dos adultos capaces de divertirse juntos. No hace falta tener talento ni pasión: basta una caja, un poco de tiempo... y ganas. "Un juego no es mucho", concluye Augustin. "Pero sienta bien. Y en ciertos periodos, eso ya es enorme".

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