Conchita Cabrera fue una laica fundadora que vivió las virtudes cristianas desde todas las opciones de vida de una mujer: fue esposa, madre y, por indulto papal, religiosa. Como madre de 9, esta beata mexicana se enfrentó a las grandes dichas y los enormes retos y dolores de una esposa y madre. Conchita enviudó después de 17 años de haberse casado, vio morir a tres de sus hijos, despidió a dos que consagraron sus vidas en el sacerdocio y la vida religiosa, y entregó en el altar a los cuatro restantes, para unirse en matrimonio.
Por ello, esta mujer mística, que conoció lo que representa la labor de una madre, es un referente de santidad en el hogar, el matrimonio y la maternidad.
La boda de su primogénito

El 2 de agosto de 1910, Pancho Armida -hijo mayor de Conchita- y Eliza Baz unieron sus vidas en la Iglesia de santa Brígida, que lucía llena de flores y luces. Antes de partir de casa hacia la celebración, Conchita -que se encontraba triste por despedir al hijo que tanto amaba y que había sido su apoyo desde que su esposo murió- le dio la bendición y le entregó una carta en la que escribió sus consejos de madre.
En ella, escribe a su “hijito muy querido” que es consciente de sus virtudes como hijo y le expresa su confianza en que será “un esposo tan cristiano, digno, amante y noble” como lo fue su padre. En este escrito, Conchita hace una serie de recomendaciones con la intención de ayudarlo a “hacer verdaderamente feliz” a su “excelente esposa” y a vivir la vocación que asumió.
Aleteia te presenta 10 puntos clave para vivir el matrimonio en santidad, a partir de algunos extractos de esta carta.

Virtudes para cuidar el amor y la paz

Conchita anima a su primogénito a que evite las discusiones y los malos tratos, pues el amor es frágil ante las faltas de respeto y los tratos autoritarios. En sus recomendaciones enaltece las virtudes como la prudencia, el respeto y el autodominio.
1Prudencia y educación
“Evita cualquier disgusto y procura conservar la paz de tu casa y con su familia, no se te haga pesado ningún sacrificio. Vale más doblegarse que romperse. Con prudencia y educación, y cierta condescendencia, evitarás muchos males”.
2Razón mejor que fuerza
“Domina a tu esposa con dulzura, prefiriendo el convencimiento y la razón a la fuerza y autoridad que resfrían”.
3Primicia del amor
“Piensa que, en el matrimonio, es muy peligroso apagar la llama del amor, del respeto y la estimación”.
4Evitar los celos
“No caigas en el odioso papel del celo, porque los maridos desconfiados honran muy poco su dignidad”.

5Nunca palabras duras
“No tengas nunca para Elisa palabras duras, menos, ofensivas; cuando estés violento, calla en los primeros impulsos, y nunca te arrepentirás”.
Orden y equilibro para la vida diaria

Como esposa y madre, Conchita conocía bien qué aspectos cotidianos amenazan al amor de pareja cuando se viven de manera desordenada. Por ello, hace énfasis en dos aspectos importantes: el tiempo de familia y las finanzas.
Reconociendo la importancia de las amistades, la diversión y el tiempo libre, anima a Pancho a “concurrir a las diversiones honestas” sin descuidar su vida de familia; y respecto a las finanzas, es enfática al pedirle moderación y caridad.
6Cuidado mutuo
“Cuando esté enferma, no la dejes por los amigos, estos compromisos le dolerían mucho, aunque tenga la prudencia de no decírtelo”.
7Equilibrio entre la vida social y de familia
“Te diré que, ya en el matrimonio, aunque hay o es necesario tener sociedad, es más el amor del hogar, hacerlo amable, sembrarlo de flores, estudiarse mutuamente el carácter y dedicarse a los hijos sacrificándose”.
8Finanzas ordenadas
“Nunca gastes más de lo que tienes, siempre menos. La economía evita en los matrimonios muchas penas. Tampoco seas nunca un avaro; un justo medio, conservando la posición decente y decorosa, evitando el lujo, aunque llegaras a ser rico”.

9Caridad como modo de vida
“Que los pobres sean uno de tus gastos ordinarios, y Dios nunca te faltará”.
Rompimiento de patrones
Por último, en un inmenso acto de humildad, Conchita examina su vida y reconoce que, como seres humanos, ninguno está exento del error y el mal ejemplo -¡ni siquiera los santos!-. En su carta, con mucho amor, pide perdón a su hijo y lo anima a corregir los errores que vio en casa para alcanzar el cielo.
10Misericordia y corrección de errores
“Perdóname, hijito, todos los malos ejemplos que te haya dado, y no los sigas”.
Conchita Cabrera cierra su carta con una afirmación que encierra incluso más sabiduría que todas las recomendaciones anteriores. Para ayudarlo a ser dichoso en su matrimonio, escribe una frase que es luz para cualquier camino y condición de vida, no solo para los esposos:
“Sé, pues, dichoso en tu matrimonio y lo serás siempre que cumplas la voluntad de Dios y la lleves en medio de tu corazón”.


