Una peregrinación no es solo un viaje con un toque espiritual; es un viaje diferente. El lugar al que vas importa porque forma parte de una historia más grande. No visitamos cualquier sitio; vamos a lugares que han atraído a fieles de generaciones anteriores. ¿Por qué? Porque algo sucedió allí: algo sagrado, sanador o humano lo suficientemente profundo como para resonar a través del tiempo.
Estos destinos no son escogidos al azar. Muchos surgieron de una devoción vivida: Lourdes, donde Bernadette se encontró con una misteriosa Señora; Fátima, moldeada por las visiones de tres niños; o Roma y Santiago, construidas sobre las tumbas de los apóstoles.
La Iglesia afirma su importancia, pero su poder reside en cómo continúan hablando a la gente hoy en día.
El Catecismo define la peregrinación como "una ocasión especial para renovar la oración" (CIC 2691). Es más que visitar un lugar; es partir en busca de la gracia. Y este año, la Iglesia ofrece una bienvenida especial a los peregrinos: el Año Jubilar 2025 .
Celebrado aproximadamente cada 25 años, el Jubileo invita a los fieles a buscar la misericordia, a comenzar de nuevo y a acercarse a Dios de forma tangible. Roma es sin duda un centro importante, pero las puertas de los peregrinos están abiertas en todo el mundo.
Aun así, no es necesario volar a Europa para ser peregrino. El camino podría estar más cerca de lo que crees. Muchas regiones esconden tesoros: santuarios, monasterios o rutas de senderismo llenas de historia y conmovedoras. También existe un creciente interés por caminos menos conocidos en toda Europa, como el Camino del Norte, que recorre la costa norte de España, o la Vía Francesco en Italia, que sigue los pasos de san Francisco.
Entonces, ¿cómo eliges a dónde ir?
Empieza por preguntarte qué busca tu alma. ¿Buscas sanación? ¿Silencio? ¿Perdón? ¿Deseas caminar durante días o sentarte en silencio a orar? El destino "correcto" es el que te acompaña en tu anhelo y te guía hacia Dios.
Para algunos, es la grandeza de Roma durante un Jubileo. Para otros, es la serena fuerza de un santuario mariano local. Y para muchos, es un sendero por el bosque, una vela encendida en una capilla lateral o incluso un fin de semana en un monasterio a pocas horas de casa.
Una peregrinación no se trata de cuán lejos llegues. Se trata de partir con un propósito, dejando que cada paso se convierta en una oración. El lugar sagrado no siempre es famoso. A veces está escondido. A veces está muy cerca de ti.
Lo que importa es que vayas, no a la perfección, sino con fidelidad. Porque en el camino, algo cambia. Tú cambias. Y ya sea que regreses con respuestas o solo con mejores preguntas, regresas habiendo caminado hacia lo sagrado, y habiendo descubierto que este también caminaba hacia ti.
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