Viajar es una de las experiencias más enriquecedoras para una pareja. Salir de la rutina, descubrir lugares nuevos y compartir momentos fuera del hogar puede fortalecer el vínculo conyugal... o ponerlo a prueba.
El equipaje, el itinerario perfecto, los retrasos, el calor y las decisiones improvisadas pueden convertirse en verdaderos "desiertos" emocionales si no se viven con paciencia, humor y una buena dosis de fe.
Este verano, te proponemos algunos consejos —prácticos y espirituales— para que tus viajes no solo sean inolvidables, sino también una oportunidad para crecer como pareja.
1Recordar el propósito del viaje

Antes de salir, conviene hacer un pequeño ejercicio: recordar que el viaje no es una competición de itinerarios. Es una oportunidad para compartir, escuchar y reír. No todo saldrá perfecto, pero si viajan unidos en intención y oración, cada dificultad puede convertirse en un peldaño hacia una mayor unidad.
Consejo espiritual: antes de emprender el viaje, tómense 5 minutos para rezar juntos. Ofrezcan el viaje, el tiempo compartido, y pídanle a Dios paciencia y sentido del humor.
2 Viajar ligero… también de expectativas
Muchas discusiones nacen de expectativas no dichas: uno quiere descansar y el otro quiere explorar sin parar. Por eso, antes de hacer la maleta, es bueno sentarse a hablar. ¿Qué espera cada uno de este viaje? ¿Qué lo haría especial para ti?
Consejo práctico: planeen al menos un momento que sea importante para cada uno (por ejemplo, una caminata al amanecer, una cena especial, o simplemente una siesta sin interrupciones). Esto evita frustraciones y muestra atención mutua.

3Cuando hay contratiempos, elegir amar primero
Perder un tren, equivocarse de carretera, una habitación incómoda... Los imprevistos están asegurados. Lo que no está asegurado es nuestra reacción ante ellos.
Consejo espiritual: en esos momentos de tensión, hagan un "acto interior de amor". Una breve oración: "Señor, elijo amar en este instante". A veces no se necesita una solución inmediata, sino una mirada más paciente.
4Espacios de silencio, sí, también en vacaciones
Estar juntos no significa hablar todo el tiempo. A veces, disfrutar del silencio compartido también es una forma de intimidad.
Consejo práctico: durante una caminata o un rato en la playa, prueben guardar silencio unos minutos. Observen el entorno y den gracias a Dios en su corazón. Pueden compartir después lo que sintieron.
5Hacer una “mochila espiritual” para el viaje

Además de meter ropa y protector solar en la maleta, no olviden que el alma también necesita preparación para el viaje. Lleven algún objeto que les recuerde a Dios, puede ser una cruz de viaje, una imagen mariana, un pequeño devocionario o un Rosario. Esto les ayudará a no perder el rumbo interior.
Consejo espiritual: elijan una intención para el viaje (por un familiar enfermo, por un amigo que se casa, por su propia vocación matrimonial) y ofrezcan cada paso del viaje por esa intención. Esto puede dar un sentido más profundo a cada día.
6Después del viaje: agradecer, recordar y perdonar
Al volver, dense tiempo para recordar lo vivido. ¿Qué momentos los unieron más? ¿Qué les costó? ¿Qué aprendieron del otro?
Consejo: hagan una breve oración de acción de gracias al llegar a casa. Pueden incluso escribir juntos una pequeña "bitácora espiritual" con los momentos más valiosos del viaje. Y si en el viaje surgió alguna discusión o comentario que los hirió, pidan perdón y sigan adelante.


