Siguiendo los pasos de San Francisco de Asís, Santa Clara formó lo que con el tiempo se llamaría las "Clarisas", una orden religiosa de monjas que pasan su vida en oración contemplativa.
Poco después de su fundación, se les concedió un monasterio en las afueras de Asís, donde Santa Clara vivió hasta el final de su vida.
En un momento dado, un grupo de soldados se acercó a la ciudad y decidió saquear primero el monasterio antes de proceder a atacar el resto de la ciudad.
Protección milagrosa
Algunas de las hermanas lo vieron y, pensando que la salud de Santa Clara ya era precaria, la alertaron de los soldados, que se estaban acercando.
En los documentos que se prepararon para la canonización de Santa Clara se conserva un relato de lo que sucedió a continuación:
"Cuando se hubo postrado completamente ante el Señor en oración, dijo a su Cristo con lágrimas en los ojos: 'Mira, Señor mío, ¿quieres entregar en manos de paganos a tus siervos indefensos a los que has alimentado con tu propio amor? Señor, te lo ruego, defiende a estos siervos tuyos que yo no puedo defender en este momento'.
De repente, una voz procedente del propiciatorio de la nueva gracia, como de un niño pequeño, resonó en sus oídos: Yo te defenderé siempre". "Señor mío", le dijo, "por favor, protege esta ciudad que por tu amor nos sostiene". Y el Señor le dijo: 'Sufrirá muchas aflicciones, pero será defendida por Mi protección.'
El Día de la Alianza
La Enciclopedia Católica narra lo que ocurrió a continuación:
Clara, levantándose tranquilamente de su lecho de enferma, y tomando el copón de la pequeña capilla contigua a su celda, procedió a enfrentarse a los invasores en una ventana abierta contra la que ya habían colocado una escalera. Se cuenta que, cuando ella levantó el Santísimo Sacramento en alto, los soldados que estaban a punto de entrar en el monasterio cayeron hacia atrás como deslumbrados, y los otros que estaban listos para seguirlos emprendieron la huida.
Curiosamente, esta no fue la última vez que Santa Clara salvó la ciudad. Más tarde, un soldado condujo al ejército imperial contra Asís, con la esperanza de reclamarla para sí. Cuando Santa Clara se enteró de que sus tropas se acercaban a la ciudad, instó a su comunidad a detenerlo todo y rogar a Dios que la protegiera.
Inmediatamente, el ejército se sumió en la confusión y se dispersó. El jefe del ejército nunca regresó y la ciudad de Asís permaneció en paz.
El suceso impresionó tanto a los seguidores de Santa Clara que establecieron una fiesta anual para conmemorar la promesa de Dios de protegerlos.
Las Clarisas celebran el 22 de junio como el "Día de la Alianza", recordando cómo Dios acudió al rescate y ha sido fiel a la promesa que hizo a Santa Clara desde entonces.


