San Andrés Corsini nació en Florencia en 1602, aunque fue criado por padres piadosos, en su juventud cayó en una vida de pecado debido a malas amistades. Su madre, que lo había consagrado a Dios desde antes de nacer, le compartió un sueño en el que lo veía transformarse de un lobo feroz en un cordero manso frente a la Virgen María.
Ese relato despertó en él una fuerte conversión. Buscando una vida nueva, entró a la orden carmelita, donde abrazó la oración, la penitencia y el servicio a los pobres.
A pesar de la oposición de su familia y amigos, dejó atrás el mundo para seguir a Cristo. Al ser ordenado sacerdote, rehusó las fiestas mundanas preparadas por su familia y celebró su primera misa en una capilla humilde.

