En las calles de Roma, el Papa León XIV en procesión por el Corpus Christi

El Papa León XIV recorrió los casi dos kilómetros que separan la Basílica de San Juan de Letrán de la Basílica de Santa María la Mayor. En el corazón de Roma, bajo un dosel —un gran velo ricamente bordado sostenido por ocho porteadores—, avanzó lentamente, sosteniendo una custodia dorada con incrustaciones de piedras preciosas. En el centro del objeto litúrgico se encontraba una hostia consagrada.

Durante la Misa que acababa de celebrar en la Basílica de Letrán, León XIV propuso una meditación sobre la Eucaristía, ese "pan que se come pero que no se agota", que es la "verdadera presencia" de Cristo. Respecto a la gran procesión pública que seguiría, confió que permitiría presentar la Eucaristía "a los corazones de los creyentes, para que crean con más firmeza" y "a los corazones de los no creyentes, para que se cuestionen el hambre que sentimos en el alma y el pan que puede saciarla".

A última hora de la tarde, con temperaturas que aún rondaban los 30 °C en la capital italiana, la larga procesión se prolongó, incluyendo cardenales, obispos y canónigos de Letrán. Miles de romanos acudieron para presenciar esta antigua y popular tradición.

Al llegar a Santa María la Mayor poco después de las 19:00, el Papa León XIV colocó la custodia en la plaza frente a la basílica. Arrodillado, oró ante el Santísimo Sacramento y lo incensó. Luego, volviéndose hacia la gran multitud reunida en la plaza, los bendijo con la custodia.

El Corpus Christi se originó en el siglo XIII en Lieja, inspirado en las visiones místicas de Julienne de Cornillon. La primera procesión pública del Santísimo Sacramento tuvo lugar en Colonia en 1279, durante las celebraciones del Corpus Christi, otro nombre para esta fiesta litúrgica. La procesión del Santísimo Sacramento, impulsada por Juan XXII en 1318, se convertiría en un rito del Corpus Christi.