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El gran amor que santa Margarita Alacoque tenía por la Virgen

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Yohana Rodríguez - publicado el 22/06/25
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Desde pequeña, santa Margarita siempre manifestó un enorme cariño por la Madre. Incluso, a los 11 años se consagró a ella...

Santa Margarita Alacoque es conocida por ser la mística que recibió las visiones del Sagrado Corazón, pero no por su gran amor hacia la Virgen María. En varias ocasiones acudía a ella y se abandonaba en su protección.

“La Santísima Virgen tuvo siempre grandísimo cuidado de mí; yo recurría a ella en todas mis necesidades y me salvaba de grandísimos peligros”.

Cuando era pequeña, no se atrevía a dirigir sus oraciones a Jesús, sino a su madre. Rezaba el rosario hincada en la tierra con las piernas desnudas, hacía genuflexiones y  daba la misma cantidad de besos al suelo que cuantas Avemarías rezaba.

Santa Margarita: un ejemplo de amor mariano

Cuando tenía 11 años, la pequeña santa cayó en una dolorosa enfermedad reumática que le imposibilitó moverse por cuatro años. Tuvo que salir del internado para quedarse en casa, pues ella sentía cómo “los huesos le rasgaban la piel”, lo que le causaba un gran sufrimiento. 

Ella vio que el gran remedio era consagrarse con voto a la Santísima Virgen. Así que le prometió que si la curaba, algún día se convertiría en una de sus hijas. Fue un voto lleno de fe y humildad. Al poco tiempo se curó y pudo caminar de nuevo. María había llegado a su corazón, mirándola como suya, enseñándole cómo cumplir la voluntad de Dios. Incluso, la reprendía ante sus faltas.

“Me sucedió una vez, que estando rezando el rosario sentada, se me presentó delante y me dio tal reprensión, que aunque era aún muy niña, jamás se ha borrado de mi mente. «Hija mía, me admiro de que me sirvas con tanta negligencia». Tal impresión dejaron estas palabras en mi alma, que me han servido de aviso para toda mi vida”. 

Entró al convento a pesar de la resistencia

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Margarita quería ser religiosa. Un llamado que fue madurando conforme la edad, pero, al hablar con su madre sobre su deseo de ingresar al convento, se opuso; pues la necesitaba para las tareas de la casa y quería que se casara.

La santa se acercó con un sacerdote al que le contó su designio de ser religiosa. Él ayudó para que la familia aceptara la decisión. Sin embargo, al haber accedido, querían enviarla al convento de las Ursulinas, donde estaba su prima. 

Margarita no estaba de acuerdo, ella quería unirse a la Orden de la Visitación de Santa María por la promesa que había hecho a la virgen cuando era una niña. Así que se dirigió en oración e hizo varios ofrecimientos.

“Hice también celebrar varias Misas en honor de mi Santísima Madre, la cual me consoló amorosamente diciéndome: «Nada temas; tú serás mi verdadera hija, y yo seré siempre tu buena madre.»”

Esta respuesta fue un gozo para su corazón. A partir de esta oración, el hermano la acompañó al convento de la Visitación en Paray-le-Monial, Francia. Ahí se impresionó tanto que se quedó.

No sabía alegar otro motivo de mi vocación de religiosa de Santa María, sino que deseaba ser hija de la Santísima Virgen

Al ingresar al Convento se cambió el nombre por “Margarita María de Alacoque”. Su gran amor por la Virgen fue parte de su crecimiento espiritual que la llevó a estar preparada para recibir las visiones del Sagrado Corazón de Jesús. 

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