Margherita Lotti, más conocida como santa Rita de Casia (1381-1457) tuvo un gran amor por Dios. Desde que era pequeña, sintió en su corazón el gran deseo de tomar los hábitos. Pero sus padres, Antonio y Amata, no lo aceptaron; ellos querían que contrajera matrimonio.
Rita intentó convencerlos de lo contrario, pero no lo logró. La casaron con Paolo Ferdinando di Mancino y vivió un matrimonio en el que fue despreciada y maltratada; pero también, un matrimonio en el cual se santificó.
Esta mujer dio todo por su matrimonio, lo cual rindió frutos con la conversión de su esposo. Sin embargo, fue asesinado al poco tiempo. Este suceso causó un gran rencor en sus hijos, que querían matar al asesino. Ante ello, Rita pidió a Dios que se los llevara antes de que cometieran pecado mortal. Al poco tiempo, cayeron en una grave enfermedad que los debilitó y murieron.

Santa Rita movida por una gran fe
Rita vivió su historia de padecimiento y sufrimiento con una gran fe. Tiempo después de haberse quedado sola terrenalmente quiso ingresar a la orden con las hermanas Agustinas. Sin embargo, la orden no se lo permitió porque ya había estado casada.
Movida por el gran deseo que la santa tenía de ser religiosa, y al ver la negativa de la madre superiora, hizo una hermosa oración al Señor, pidiendo por esta intención. En la noche, cuando estaba acostada en su cama, durmiendo, despertó porque escuchó que la llamaban por su nombre.
Abrió la puerta de su habitación y vio a san Agustín, san Nicolás de Tolentino y san Juan el Bautista (quienes consideraba sus santos protectores). Ella estaba sorprendida y siguió su pedido de irse con ellos. Sumida en una gran alegría, recorrió las calles de Roccaporena. De pronto, sintió una brisa sobre ella que la empujaba a Cascia.
Al día siguiente, Rita se dio cuenta de que estaba en el Monasterio de Santa María Magdalena. Había caído en éxtasis la noche anterior. Era un suceso que no tenía una explicación sencilla. Cuando las monjas la encontraron dentro de su convento, lo vieron como una señal de Dios y le permitieron la admisión a la edad de 36 años.
Oración a santa Rita para las causas imposibles


