60 días después de la Pascua, los católicos de todo el mundo celebramos la fiesta de Corpus Christi, una solemnidad instituida por el Papa Urbano IV en 1264. En la Ciudad de México -y algunas otras partes de la región centro del país como Puebla, Morelos y el Estado de México- el jueves de Corpus Christi también es conocido como el Día de las mulas o Día de las mulitas.
En este día, además de acudir a los oficios de precepto, es tradicional comprar y obsequiar mulas hechas de palma y vestir a los niños con trajes de manta como los que usaban los indígenas en la época de la colonia.
Aunque no se conoce con certeza el origen de la tradición, existen dos diferentes teorías que intentan explicar esta popular celebración:
1 | La mula de san Antonio de Padua
Quizá una de las historias más conocidas sobre san Antonio de Padua es la narración sobre el hombre incrédulo y la mula que se hincó ante Cristo Eucaristía.
Un día, san Antonio de Padua se encontraba evangelizando en una de las principales ciudades de Italia. Entre la multitud se encontraba un hereje de nombre Bonvillo que se negaba a aceptar que Cristo estaba real y verdaderamente presente en la hostia consagrada.
Bombillo alzó la voz y retó a san Antonio. Para creer en sus enseñanzas, pidió un milagro que probara que sus palabras eran ciertas. San Antonio preguntó al hereje qué clase de prueba esperaba recibir, a lo que él contestó:
“Tengo en casa una mula. La tendré tres días continuos sin comer ni beber. Al tercer día nos juntaremos en la plaza: tú, con la eucaristía que dices es Cristo, y yo con la mula y una ración de cebada. Si la mula, hambrienta, al presentarle la cebada deja el pienso y adora la eucaristía, entonces creeremos y nos convertiremos a vuestra fe”.
San Antonio aceptó y, durante los tres días, oró y ayuno pidiendo a Dios su ayuda. Pasados los tres días, se encontraron en la plaza pública. El santo ordenó a la mula que hiciera una reverencia a su Creador, presente en la Eucaristía. La mula hambrienta ignoró la comida e hizo lo que san Antonio pidió. El hereje se convirtió y actualmente existe una capilla que marca el lugar de este milagro.

2 | Recuerdo de las ofrendas ofrecidas por los indígenas
Otra de las versiones históricas asegura que esta tradición está directamente relacionada con la celebración de esta solemnidad en la época colonial.

En aquel entonces, los indígenas vestían sus mejores ropas para acudir al templo con sus mulas cargadas de los frutos de su cosecha. Al llegar, las presentaban como una ofrenda a Dios para agradecerle por el buen temporal y por su providencia.
Por ello, los niños son vestidos con los trajes típicos de esa época y los comerciantes se instalan afuera de los templos a vender artesanías con forma de mulas.
Una artesanía típica del Corpus Christi
En recuerdo de la historia de san Antonio de Padua, y de la fe de los indígenas, los comerciantes elaboran estas artesanías para venderlas el jueves de Corpus Christi a las afueras de la catedral.

Las figuras más típicas están hechas palma, hoja de elote, carrizo y pasta; y son decoradas con flores, barro y otros objetos coloridos; sin embargo, también es posible encontrar algunas hechas de cerámica o vidrio.
En otras partes del país, las celebraciones del Corpus Christi incluyen hermosos tapetes de flores y aserrín de colores que decoran las calles para la procesión con el Santísimo. Y a pesar de que, a diferencia de otros países, este día no es festivo en México, tradiciones como estas sobreviven, en parte, gracias a lo concurridas que son las iglesias en este día.
Sin importar cuál sea el origen real de la tradición, ambas explicaciones demuestran dos cosas importantes: que desde el acontecimiento guadalupano, el pueblo de México se ha distinguido por su fe y devoción; y que la presencia de Cristo en la Eucaristía es real.


