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5 Virtudes de san Antonio que puedes practicar en tu vida 

Saint Anthony of Padua
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Karen Hutch - publicado el 13/06/25
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San Antonio de Padua es mucho más que el santo de las cosas perdidas. Sus virtudes lo han hecho un ejemplo digno de imitar en nuestra vida

San Antonio de Padua fue un hombre de profunda fe, de palabra poderosa y de corazón humilde. Hoy, sus virtudes pueden inspirar un estilo de vida más evangélico, auténtico y lleno de sentido.

San Antonio de Padua es uno de los santos más queridos del mundo católico. Más allá de ser invocado para encontrar objetos perdidos o como intercesor en temas amorosos, su vida fue un testimonio luminoso de entrega total al Evangelio.

Nacido en Lisboa (Portugal) y luego franciscano en Italia, fue un predicador incansable, defensor de los pobres y gran conocedor de la Palabra de Dios. Aunque vivió en el siglo XIII, sus virtudes siguen siendo actuales y pueden convertirse en guía para quienes buscan una vida más plena en Cristo. Él mismo decía:

"Las acciones hablan más que las palabras. Que tus palabras enseñen, pero aún más que tus acciones hablen".
— san Antonio de Padua

Estas cinco virtudes de san Antonio pueden ayudarte a vivir tu fe de forma concreta en el día a día:

1Humildad: saber ser pequeño ante Dios y los demás

San Antonio fue un erudito, pero nunca hizo alarde de sus conocimientos. Su humildad lo llevó a vivir con sencillez, a ponerse al servicio de los más pobres y a dejarse corregir. 

¿Cómo practicarlo?

Evita la vanagloria, escucha con atención a los demás, y recuerda que todo don viene de Dios. Pon en práctica pequeños gestos de humildad: pedir perdón, reconocer un error o ceder la razón cuando sea justo.

2Caridad: amar sin medida, especialmente a los más necesitados

Este gran santo no solo predicaba sobre el amor cristiano, lo vivía intensamente. Se preocupaba por los pobres, defendía a los oprimidos y compartía lo que tenía.

¿Cómo practicarlo?

Haz un acto concreto de generosidad cada semana: visita a un enfermo, ayuda a alguien en la calle, dona algo que no necesitas o simplemente escucha con empatía a quien lo necesita.

3Amor por la Palabra de Dios: alimento del alma

Fue nombrado como el "Doctor evangélico" porque conocía profundamente la Biblia. Sus sermones eran apasionados, llenos de sabiduría y tocaban los corazones.

¿Cómo practicarlo?

Dedica, cada día, unos minutos a leer el Evangelio. Medita una frase, subráyala, y pregúntate: "¿Qué me dice Dios hoy a través de esto?" La Palabra de Dios es viva y transforma.

4Oración constante: una relación viva con Dios

San Antonio buscaba momentos de silencio para encontrarse con Dios. Su vida interior nutría todo lo que hacía hacia afuera.

¿Cómo practicarlo?

Hazte el propósito de orar brevemente en distintos momentos del día: al despertar, antes de comenzar tu trabajo, al comer o al acostarte. No necesitas fórmulas largas: habla con Dios como un amigo.

5Valentía en la fe: predicar con el ejemplo

Benedykt XVI o lectio divina

No temía denunciar las injusticias ni predicar el Evangelio en contextos difíciles. Su fe no era acomodada, sino profética. De modo que predicó hasta el final, quedando incorruptas sus cuerdas vocales y su lengua. 

¿Cómo practicarlo tú?

Sé coherente: vive según tu fe incluso si es incómodo. Defiende con respeto lo que crees, y no tengas miedo de mostrar tu identidad cristiana en lo cotidiano.

Una santidad que inspira

San Antonio murió con apenas 36 años, pero dejó una huella inmensa. Su santidad no fue resultado de milagros extraordinarios, sino de virtudes vividas intensamente, día a día.

Imitar a san Antonio no es algo inalcanzable. Puedes comenzar hoy, en tu casa, en tu trabajo, en tu entorno. Él, desde el cielo, te acompaña y ora por ti.

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