"Jesús nos sana para que seamos libres", dijo el Papa León XIV en la audiencia general del 11 de junio de 2025. Animó a quienes sufren a no ocultar su dolor, asegurando que "no hay grito que Dios no escuche".
Este miércoles, la Plaza de San Pedro estaba repleta de gente: 40 mil personas, según Vatican News. Tras un largo recorrido en el papamóvil, durante el cual bendijo a numerosos niños, León XIV continuó su ciclo de catequesis dedicado a la esperanza, con motivo del Jubileo de 2025. En esta ocasión, se centró en la figura de Bartimeo, un ciego marginado; y señaló que, aunque "dramáticamente solo", el hombre discapacitado no dudó en pedir ayuda a Jesús al pasar.
El grito de Bartimeo —"¡Hijo de David, Jesús, ten piedad de mí!"— demuestra que, "paradójicamente, ve mejor que los demás y reconoce a Jesús", enfatizó el Papa, animando a quienes sufren a no ocultar su dolor. "Lo que salva a Bartimeo, y a cada uno de nosotros, es la fe", insistió, afirmando que "no hay grito que Dios no escuche, incluso cuando no somos conscientes de que nos dirigimos a Él".
Sin embargo, León XIV enfatizó que, para pedir ayuda a Dios, primero hay que abandonar las aparentes seguridades que nos mantienen en el sufrimiento y nos impiden acudir libremente a él. A veces, sobre todo quienes han sido humillados por la vida, prefieren permanecer inmóviles para no asumir sus responsabilidades, insistió, invitando a quienes sufren a levantar la mirada, como hizo Bartimeo, para redescubrir su propio valor.
"Jesús nos sana para que seamos libres", afirmó el líder de la Iglesia Católica. Concluyó invitando a los católicos a llevar a Dios sus enfermedades, las de sus seres queridos, así como "el sufrimiento de quienes se sienten perdidos y no encuentran salida".


