En el aire de junio, algo parece tranquilizar el alma. Tal vez sea el aroma del verano en el aire, los días que se alargan, las largas tardes estivales o el alegre sonido de los escolares que resuena en el aire presintiendo la proximidad de las vacaciones o los primeros días de libertad. Pero en el calendario del año litúrgico, junio es mucho más que la llegada del verano: es un mes rebosante de belleza, amor y calor.
Un corazón que arde de amor
Y es que el mes de junio está dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, una de las devociones más tiernas y profundas de la Iglesia. En la imagen del corazón traspasado de Cristo, ardiente y coronado de espinas, se invita a los fieles a entrar en un amor a la vez divino y profundamente humano. No se trata de un concepto frío o distante de Dios. Es un Dios que siente. Que sufre. Que permanece.
El mes de junio incluye también el Corpus Christi, el día 19, cuando la Iglesia celebra a Cristo presente en la Eucaristía, no solo simbólicamente, sino real, verdadera y extraordinariamente presente.
Es como si la Iglesia quisiera que sus fieles supieran, antes de que todos se vayan a la playa o a las barbacoas, que Jesús no se toma vacaciones durante el verano por amor a ellos/para seguir amándoles.
Para las familias, es también la estación de las primeras comuniones, confirmaciones, bodas y ordenaciones. La gracia se desborda en estas celebraciones, que son también verdaderos banquetes a los que todos están invitados.
El amor de dos corazones unidos
El Corazón Inmaculado de María también se celebra en este hermoso mes de junio, el día 28, un día después del Sagrado Corazón de Jesús. Donde está el corazón de Jesús, está también el corazón de María.
Sí, el mes de junio está definitivamente bañado por el sol. Pero mucho más que eso, está lleno de sacralidad, recordando a todos que son conocidos por Dios, amados y nunca abandonados.
Las festividades religiosas de junio también continúan con las fiestas de muchos santos fascinantes, como San Juan Bautista, San Antonio de Padua y, por supuesto, San Pedro y San Pablo.
Antes de que empiece de verdad el ajetreo del verano, ¿por qué no descansar un momento el corazón en este hermoso mes de junio?
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